septiembre 21, 2009

Pregúntenme cómo estoy...

(Este post lo escribí el jueves 17 por la tarde, pero decidí no publicarlo entonces.)
Si me hubieran preguntado hace algunas horas, la respuesta hubiera merecido un beeeep de censura. Ahora ya está mejor la cosa.
Abrí mis ojitos esta mañana a las 5:15 a.m., sin razón aparente. Como que algo estaba raro. Se fue la luz, pero no del todo, había un bajísimo voltaje. Me levanté y recorrí la casa desconectando cosas. Me volví a dormir a medias hasta las 7, hora en que nos levantamos. Y no había agua, porque la bomba había tronado con el bajo voltaje. Nunca se me ocurrió desconectarla.
De ahí en adelante casi todo el día fue una sucesión de pequeñas tragedias domésticas y laborales. Desde el cliente que decidió que le urgía un trabajo que estaba programado para entrega posterior, con las consiguientes carreras para cumplirle, hasta las colas en Telmex para pagar un teléfono foráneo que cuando traté de pagar con una tarjeta de débito el “sistema” (término que designa a los dioses iracundos de todos los cajeros) la rebotaba una y otra vez.
Tropecé con un cable en la oficina y casi tiro un aparato. Tomé un triste pimiento en el súper y se me vino encima media caja de redondos y escurridizos congéneres del mismo. Vaya, hasta pisé caca de perro. En serio...
Para esta hora ya tengo luz pero no tengo agua. Cumplí con el trabajo urgente y otros más, hice la comida a tiempo para acomodar las tareas extras de la tarde, a fin de cuentas sí pude pagar el teléfono. Y ya no se me cayeron las cosas.
Esta misma madrugada, antes de apagones y demás sucesos, tuve un sueño peculiar. Andaba para variar corriendo por todos lados y me caía en unas escaleras anchas y de escalones bajos, que estaban mojadas y resbalosas. Aparecía mi mamá y sonriente me decía “estás 90% hostia” y la frase me hacía tanta gracia que empezaba yo a carcajearme y no me podía parar.
Lo de “hostia” lo tomo como la exclamación que hacen los españoles. Mi interpretación es algo así como “estás 90% torpe, así que mejor relájate”. Y sí, el día lo confirmó.
Así que hago caso del siguiente consejo, en la impronunciable lengua checa:



“No te tomes la vida demasiado en serio”. Sobre todo en los días en que está uno 90% hostia.
El viernes 18 por la noche, en un país lejano, murió un sobrino político mío, a quien no llegué a conocer personalmente pero por quien guardaba afecto. Un joven de 20 años. Miembro de una familia que ha recibido golpe tras golpe durante años.
Esto me pone todo, realmente todo, en perspectiva. En especial la frase de arriba.

3 comentarios:

Ale dijo...

...sí,, unas veces el universo te muestra otra perspectiva, y a veces tienes que irte mas lejor para mirar mejor...un besote....

Anónimo dijo...

Es cierto, querida; a veces se nos olvida que hay mucha gente pasándola peor que nosotros. Supongo que al mirar atrás ese día, ahora piensas que fue sólo un mal día. Ojalá lo tengamos presente siempre.

un besito

Doña M dijo...

Ando en una rachita de malos días. Lamento mucho la muerte de tu sobrino político. Gracias por recordarme que la vida no es cosa seria... somos nosotros quienes la manoseamos en exceso.

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