noviembre 25, 2009

La vida en un hilo

Desde que retomé el tejido tras años (décadas) de inactividad, mis noches se han vuelto productivas. Los 60 o 120 minutos que dedicaba a vegetar frente a la tele después de la cena ahora los lleno con puntadas (dos derechos, un revés, dos dere... ¿y ora con qué va a salir House?... dos reve... chin, ya me perdí). Soy una tejedora muy medianita, pero me divierto muchísimo.
Me sigue pareciendo fascinante como a pura labor de manos (y cerebro) una madeja de estambre se convierte en una prenda. Además, me siento unida y en deuda con todas las generaciones de hombres y mujeres que, a mano y nada más, crearon la ropa que vistió a la humanidad durante siglos, antes de la producción en masa. Desde los suéteres de los pescadores del mar del Norte hasta los gloriosos telares de las indígenas de toda América, punto a punto, esas manos han contribuido para vestirnos a todos.

En algún momento de mi vida estudié (brevemente) diseño de modas. La ropita siempre me ha gustado y a pesar de ser malísima para la costura, pensé que tendría algún futuro en esa carrera. Las cosas no funcionaron por ahí (¡pos claro que no!), pero la experiencia fue muy interesante. Algo que nunca entendí de la escuela donde me inscribí era que la materia de historia de la moda la dieran ya muy avanzado el curso, casi a mitad de la carrera. Para mí era vital conocer la evolución del vestido, para entender por qué usamos ahora lo que usamos. Ya fuera de la escuela desarrollé el gusto por la ropa vintage y por las exhibiciones de vestuario antiguo, y tanto en internet como en libros he encontrado cosas fabulosas.


Terciopelos, calados y acolchados del siglo XVIII. Muselinas vaporosas de los 1800. Pedrería de auténtico cristal sobre sedas que retan al tiempo. Bordados que parecen cobrar vida, de todas las épocas y en todos los lugares. Todo hecho a mano. Y antes de principios del siglo XX, todo hecho con luz natural o a la luz de las velas o lámparas de gas. ¿Qué anónima mujer cosió el dobladillo del vestido que ahora veo en el museo? ¿Quién hizo las flores del sombrero antiguo que ahora se vende en Ebay? Mujeres como nosotras, hombres como ustedes. Trabajadores o aficionados, pero siempre amantes de su oficio.
Así que cada derecho y cada revés de mi tejido va dedicado a los nobles y dedicados maestros del vestir, a quienes debemos tanta protección contra los elementos... y tantas deudas en la tarjeta de crédito.
Crédito de las imágenes: Sitio web Antique Dress, venta en línea de ropa vintage, con espléndidas descripciones y antecedentes históricos de cada prenda. Le hace falta una manita en el diseño, pero las fotos y la información son fantásticas.

(Con cariño para mi abuela, costurera y tejedora sin par. Sorry Conchis, los genes costureros no me llegaron.)

1 comentario:

Carmen Tye dijo...

Hola Joven!

Es maravilloso como el ir acomodando nuditos vamos formando prendas que en realidad podemos usar..

Yo no soy pro' tejeril ni de costuras pero practico ambas y me dejan una satisfaccion tan grande. Tambien se me hace tiempo perdido el "solo" ver la tv sin hacer nada mas...

Besitos!

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