Mujeres divinas

Al norte de la frontera la cinta “Nine” se estrenó en diciembre. Ahhh, me encantan los musicales grandilocuentes, donde la gente se pone a cantar y a bailar a la menor provocación, con tremendas escenografías y vestuarios geniales. Así que ahí estaré cuando se estrene por acá, aunque no estoy enterada de la fecha propuesta. La mencionada película reúne a bellísimas actrices haciendo papeles arquetípicos. Entre ellas, Nicole Kidman como La Musa.

Tss, tss, tss. Nicole, Nicole querida. Ya no abuses del bótox, ‘ta bien que las facciones serenas y gélidas sean lo idóneo para el papel de musa, pero cuando de veras quieres actuar, ya no tienes expresión más que en la boca (véase “Australia”).

Eso sí, su tipo cuadra muy bien con el arquetipo de mujer inspiradora del arte, que resulta siempre atractivo. Y siempre es un parámetro imposible de cumplir.

La modelo del escultor o el pintor, la Amada Inmortal, los amores platónicos. Las mujeres que por su belleza, talento o su je ne sais quoi inspiran a artistas e intelectuales. O a hombres comunes y corrientes, que sueñan con sus musas inalcanzables. Y que, en algunos casos, las toman como punto de comparación para su elección de amigas, amantes, novias, esposas y etcéteras. Las simples mortales estamos fritas si nos encontramos un hombre con semejantes requerimientos. Sencillamente no se puede competir contra un ideal, que, además, depende de las necesidades (o carencias) cambiantes del susodicho. Así que las diosas blancas y erguidas que suele representar miss Kidman son paredes invisibles con las que nos topamos una y otra vez, hasta que nos cansamos del jueguito.

Si de mujeres inspiradoras hablamos, las hay de otro tipo. En la misma “Nine” aparece Sophia Loren. La Loren. Tiene su propio arquetipo de La Madre en la película, pero la signora Sophia es ella misma, siempre. Septuagenaria pero eterna, redondeada, sexy y gloriosa. Expresiva, aterrizada, temible, humana. Más que musa, es una fuerza de la naturaleza.

Esas son mis diosas, las diosas de la tierra. Madres y compañeras, dispuestas a vestir el negligeé si se les pega la gana o a arremangarse la blusa cuando hay que trabajar codo a codo con la pareja. Sin temor a despeinarse o a sudar, gritando cuando hace falta o callando sabiamente. Si a parámetros vamos, ese es el que escojo.