septiembre 19, 2010

Deep Blue Fear 2 - Salvavidas integrado

Hoy floté “de muertito” en la alberca. Primera. Vez. En mi vida.
Sigo con mi lucha por aprender a nadar. Ya soy capaz de hacer varias cosas, pero aún no domino la combinación brazada-respirada de lado, y me canso rapidísimo al nadar de pecho. Y sí, me sigue dando miedo la parte más profunda de la alberca. Hoy que estaba practicando el ayudarme a flotar con el movimiento de los brazos, le pregunté a mi instructor si esa era la técnica para flotar en caso de emergencia. Para mi sorpresa, su respuesta fue no, en caso de emergencia hay que flotar de muertito. Eso de flotar era un misterio para mí, supongo que parte del problema es que trato de racionalizar toda la experiencia del nado y en especial la flotación. ¿Cómo es que el cuerpo humano (particularmente el mío) puede flotar? ¿Así nomás? ¿Qué tengo que hacer? Por más que mi instructor me indicaba que simplemente es cosa de relajarse, yo no lograba hacerlo... hasta hoy. Una y otra vez lo intentamos, hasta que ¡lo hice sola! Justo como me decía: Así nomás, relajándome.

Mi gran obstáculo es el pánico al agua, que ya voy controlando pero sigue ahí, escondido en el subconsciente. La otra parte es mi afán de control y mi desconfianza. No confiaba (iba a escribir “no confío”) en mi capacidad de flotación, por lo tanto no flotaba. No confiaba en que el instructor me agarrara a tiempo antes de tragarme media alberca al tratar de respirar, así que me aferraba a él con desesperación. Je, je, hoy le di un golpazo con el brazo cuando sentí que me hundía y no vi que estaba justo detrás de mí, cuidándome. Flotar panza arriba es dejarse ir y confiar en que el agua me sostiene, pero me resulta(ba) aterrador perder el control. Eso de sólo ver el techo del gimnasio y oír todo a medias por tener las orejas bajo el agua... noooo, era mucho para esta control freak.
Pero lo hice. Cabeza atrás, pies hacia adelante y a flooootaaaar. Y luego aprendí a darme la vuelta en el agua a manera de ver el fondo e incorporarme como ya sé hacerlo desde hace un buen rato. ¡Pura vida!
Considerando que no nadé en casi un mes debido a diversos motivos de salud, este fin de semana resultó ser un gran avance en mi camino hacia la libertad acuática. Glu, glu, glu. Hoy no quería salir del agua.

Ya veo más cercano el día en que acompañe a mi esposo a nadar en el mar (el puntito en medio de la foto es él)

2 comentarios:

Kishiria dijo...

Creo que has dado un gran paso en cuanto a perderle el miedo al agua

Lanezi dijo...

yo nací y crecí cerca del mar, podriamos decir que jugar entre las olas es parte de mi vida (y ahora vivo en Madrid donde no hay playa, jaja)
Sin embargo mis peores pesadillas tienen que ver con el agua, que lo inunda todo y pierdo a mi familia entre las olas. Por eso, para superarlo me obligué a tomar clases de natacion, sin embargo soy una nadadora mediocre, y lo que realmente disfruto es flotar; me encanta y me podría pasar horas así, es tan relajante; estás solo tú y el agua en una especie de deprivacion sensorial.

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