diciembre 18, 2011

Esperando el final

Hace un par de días pasé cerca de un popular restaurante de mi barrio durante las horas de la tarde y pude oír la música, las risas y el alboroto habitual de una fiesta navideña. Y de pronto lo entendí: no se trata de la celebración religiosa ni del cierre de un año civil (que a fin de cuentas son sólo fechas en las que convenimos por hábito), sino la necesidad humana de celebrar. Celebrar algo, lo que sea, y en grupo.

Ahora nos acercamos al fin de un año difícil para todo el mundo. Un año incluso terrible para muchos. Un año de horror... y sin embargo tanto yo como mi familia lo estamos terminando bien, sanos y a salvo. Gracias por eso. Gracias a todos los que contribuyen a nuestro bienestar. Gracias a todos los que forjan, aún sin saberlo, nuestra felicidad. Gracias a ustedes.

Un par de meses atrás, surfeando por los canales de la tele, capté un video en el muy maltrecho MTV que llamó mi atención al momento. Un concierto masivo en plena Plaza Roja de Moscú, con una banda que rockeaba con todo y que me llegó al tuétano. Muy tardíamente vengo descubriendo a Linkin Park y me tienen impresionados. Toda la ira y frustración que mueven los resortes del rock clásico están aquí, junto con un rap bien colocado, sampleos, una economía sorprendente de recursos pero aplicados de manera precisa y genial... y la impecable dicción y entonación de su vocalista principal quien pone cada palabra y cada nota en su lugar exacto. Y suenan justo como me siento ahora.

...The hardest part of ending is starting again.
¡Que el nuevo año sea de paz, salud y amor para todos!  ¡Nos vemos en Enero!



La letra completa de esta canción la encuentran haciendo clic aquí (MetroLyrics).

diciembre 09, 2011

Vejestorios 3 - Buenas intenciones

Durante mi más reciente incursión a los mercados de antigüedades (bueno, mercados es mucho, apenas es el segundo al que asisto) encontré una pieza interesante. Ahhh, pero primero, les muestro un par de aretes producto de una compra anterior.

No son cristales, al menos las piedras grandes son de plástico. Pero se ven bien, ¿no? Y siempre con los broches de tornillo que tanto me gustan.
El par verde tenía el mismo diseño que el morado, con  tres filas de "brillantes" al final. Pero al ponérmelo me veía demasiado... formal, según yo. Así que tijera en mano le quité dos de esas filas. Me gusta como quedaron, y curiosamente también me gusta como se ve el otro par, tal cual está. Considerando que costaron apenas treinta pesitos cada par y que son de manufactura modesta, creo que no constituye un sacrilegio el haber modificado los aretes verdes.
Esto me lleva a mi más reciente compra. Se trata de un brazalete repleto de piedras brillantes, seguramente son cristales. El diseño es encantador, los colores me gustaron mucho... pero lo que me convenció de comprarlo fue el hecho de que en el broche tiene un sello con la marca. Intuí que sería una buena pieza y lo adquirí, aún cuando el precio era relativamente caro para mi presupuesto de neo-coleccionista-frugal: $150.00, hasta ahora mi compra más cara.
La cadenita es una medida de seguridad, el broche a la izquierda se asegura en el último eslabón de la derecha
Aunque traía los lentes de leer en la bolsa no tuve el cuidado de ponérmelos al revisar (dos veces) el brazalete. Con toda confianza pagué y de inmediato me lo puse. Al llegar a casa lo revisé con cuidado... y me encontré con una buena y una mala noticia. La buena es que el sello grabado en el broche indica que la pieza es de la marca Coro, una muy prestigiada marca de joyería de fantasía de los Estados Unidos, que estuvo en funciones desde principios de los 1900 hasta 1979. Así que mi brazalete tiene más de 30 años de antigüedad (por lo menos) y es de una marca muy buscada por los coleccionistas hasta la fecha. ¡Yeeiii! 

Ahora la mala: la pieza está en un estado deficiente, le faltan algunos cristales, otros fueron reemplazados y al menos uno está (inexplicablemente) puesto al revés. Incluso tiene un cristal tipo baguette de color azul, cuando debería ser verde. Desde el punto de vista del coleccionismo, eso le resta mucho si no es que todo el valor. Pero desde una perspectiva humana... me pregunto quién habrá hecho esos arreglos que, aunque bien intencionados, no fueron del todo exitosos.
¿Sería la dueña original, en un intento de sacarle más años de uso a una de sus pulseras favoritas? ¿Sería la primera persona que "heredó" esta pieza? ¿O la misma vendedora que la hizo llegar a mis manos? ¿Un arreglo o muchos en diferentes épocas? Para mí, ese halo de misterio es suficiente para sonreír cada vez que veo mi nueva joya vintage.
Así que en el mismo tenor, arreglaré una vez más el brazalete, pues me queda algo justo y resulta incómodo después de un buen rato de usarlo. Porque oh sí, lo voy a usar mucho más.

diciembre 07, 2011

Sueños de invierno

Será el calentamiento global, o la edad, pero los otoños y los inviernos de mi ciudad (que es chinampa, como diría Dehesa) ya no son como antes. El cambio de horario cada vez me afecta más, aunque según mis cálculos, este horario de invierno es la hora "normal" que disfruté durante toda mi niñez y juventud (divino tesoro).
En cuanto al clima, ahora tenemos por acá un otoño muy al estilo de Estados Unidos, con lluvia, nublados, viento y frío... aunque ha sido una situación intermitente. Hoy, por ejemplo, hay un sol simpaticón y la temperatura está muy agradable, aunque en el norte de México se están congelando.

Ahhh, pero además, ya es Diciembre. Es un hecho que apenas llegado este mes todos los chilangos entramos en onda ya-casi-es-Navidad-tengo-que-arreglar-la-casa-además-ir-comprando-lo-de-la-cena-y-los-regalos-y-el-tráfico-está-horrible-y-qué-me-voy-a-poner-para-el-año-nuevo-¿cuándo-me-dan-el-aguinaldo?-tengo-que-ver-a-los-amigos-antes-para-darles-el-abrazo... ohhh, la neurosis colectiva.´
Auméntenle a eso que cerca de casa están haciendo la nueva línea del Metro y hay calles y avenidas cerradas, por lo que salir de esta su casa (su depa, más bien)  por la tarde para ir hacia el norte de la ciudad se vuelve un martirio. Y regresar ni se diga.

Ya para terminar mi habitual rosario de quejas decembrinas, les platico que no tengo vacaciones en estas épocas. Oh, no. Eso de ser empresaria (micro-mini-nano empresaria) implica estar al pie del cañón todo el año, y por lo que se ve, esta temporada navideña no va a ser la excepción. Gracias a mis clientes, de verdad les agradezco el tsunami de trabajo... sólo desearía que estuviera mejor repartidito a lo largo del año. Así que tendré que hacer mis compras del super a horas tempranas de la mañana, planearé las salidas con los amigos como si fueran campañas militares (GPS en mano) e involucraré a la familia en el arreglo de la casa (el Grinch en mí se rebela, pero este año no nos escapamos de las esferitas y las campanitas jingle all the way).

Diciembre me gustó... ¡para hibernar!
"Ya, ya, mucho bla, bla, bla. ¿Y dónde está el reporte que te pedí hace 10 minutos? ¡Movidita, ¿eh?!"

noviembre 28, 2011

Viejos los cerros

Tic, tac, tic, tac. El tiempo pasa, y a veces creo que cada vez pasa más rápido. Me veo al espejo todos los días y creo que me veo igual que ayer, o que la semana pasada... pero no. Y así como alguna vez decía con ilusión "cuando tenga 25 años voy a..." pues ya los 25 vinieron y se fueron hace un buen rato. Aún con cambios poco agradables, mini-achaques y lentes para leer, ¡me siento mejor que nunca!
Tengo bien presente que la edad promedio de supervivencia para las mujeres urbanas es cada vez más alta. Sin tener genes particularmente resistentes, pero gracias al natural avance de la medicina y la nutrición, bien puedo llegar a los 90 y tantos años... y más vale que llegue en buen estado, tanto físico como mental.

Una de mis fuentes de inspiración en este laaargo trayecto hacia la todavía lejana pero segura vejez es un blog que descubrí hace un par de años. Den una vuelta por Advanced Style y verán cómo un joven fotógrafro y conoisseur de moda nos comparte imágenes de hombres y mujeres que, en sus años dorados, se liberan de las limitaciones del "estilo" y de "ya ser gente mayor" para vestirse y disfrutar la vida a todo color. Y no, no es sólo para las fotos, estas nobles damas y divertidos caballeros andan así por la vida todos los días.

Animal print para combatir el frío (y sin hacer daño a ningún animalito)

Flores, turbantes ¡y guantes sin dedos!

Alegría y buena cordinación (y agallas, claro que sí)
Lo mejor de todo es que se trata de gente activa, con intereses vivos y gran joy de vivre. Podremos no estar de acuerdo algunas de sus elecciones, podremos tacharlos de viejitos excéntricos... pero la verdad yo quiero ser así cuando sea grande: alegre, luminosa y sin miedo al ridículo, todo en nombre de la libertad, el gozo y el color. Porque esto no es nada más imagen, es el resultado de una mente y un corazón muy traviesos, en el mejor sentido de la palabra.
¿Y por qué no empezar ahora mismo, aunque sea poco a poco? Por lo pronto, ya le he dicho NO a los abrigos oscuros para este invierno. Por algo se empieza ¿no?

Todas las imágenes vienen del blog Advanced Style. Muy recomendable.

noviembre 21, 2011

Boston Tea (without) Party 2 - de entrada por salida

No deja de sorprenderme la vocación nómada que tenemos los humanos. Siempre nos estamos moviendo, así que los transportes siempre están llenos, sea un microbús chilango o un trasatlántico de bandera noruega. Para este reciente viaje hice los arreglos de rigor, más tarde de lo que debía, pero sin contratiempos... aparentes.
La elegante metrópoli me esperaba
En el caso del avión, resulta que no hay vuelos directos desde el D.F. a Boston, así que la mejor opción era un vuelo a Washington y de ahí conectar a mi destino. En el sitio web que utilizo para hacer estos trámites los vuelos que me daba el sistema tenían una hora y media entre la llegada desde México y la salida a Boston, y lo acepté sin chistar. Erroooor. La escala en Washington resultó ser un suplicio. Caminata larguísima para llegar al área de migración, sin señalamientos claros... y una aglomeración titánica de nacionales (de allá) y extranjeros tratando de pasar por las cinco o seis garitas habilitadas con su respectivo oficial de migración. Me eché la hora y media haciendo cola, y a pesar de que tanto yo como otros viajeros reclamamos a cuanto empleado veíamos, de nada sirvió y nos resignamos a perder nuestros vuelos.
Después de migración, aduana: recoge tu maleta, ponla acá para que se vaya, declara que no tienes nada que declarar, ¡haz otra inmensa cola! para pasar por los detectores y rayos x... y córrele a la puerta chorromil en el área sepancuantos para ir al mostrador de United y que te den otro vuelo.  Ahh, adémás mis vuelos eran con US Airways, operados por United, pero nunca indican claramente en donde se registra uno para el vuelo. Por allá también se da el oscurantismo burocrático, a que no.

En fin, ¡tercera cola larguísima! para que una aburrida empleada me (nos) diera un lugar el un vuelo que salía poco más de una hora después. Y me fue bien, otras personas perdieron por completo su conexión y quién sabe qué arreglos tuvieron que hacer. Además hice plática con un par de chicas muy agradables, así que entre todas nos apoyábamos y nos reíamos de nuestra desgracia.
Mientras hacía esta última cola trataba frenéticamente de llamarle a mi esposo para avisarle de la demora. Los dioses del roaming internacional no me fueron favorables: nunca pude hacer llamadas ni mandar mensajes desde Washington a México, pero sí pude llamarle a mi amiga en Boston y ella le envió un correo electrónico a mi esposo. ¡Loado sea el Wi-Fi gratuito! En ese momento no sabía cómo conectarme, pero una vez que aprendí a hacerlo, me era más fácil comunicarme a México por correo o Feisbuc con el celular que de cualquier otra forma.
Llegué a Boston en calidad de fiambre, pero a una hora todavía decente y sin mayores novedades.
Un día soleado pude ver la enorme turbina eólica del MIT
Fast-forward al viaje de regreso. A sabiendas que había habido nevadas la noche anterior y que algunos vuelos se habían retrasado, me fui al aeropuerto (snif, no me quería ir todavía) con mucha anticipación para evitar problemas. Todo bien en Boston, no tuve contratiempos. Viaje a Washington sin novedades, espera razonable por allá (tomar juguito viendo los aviones, compra de revistas y snacks, rol por las tiendas, mis rutinas de aeropuerto habituales...), abordar el avión a tiempo... y esperar... esperar... esperar...
Anuncios "tranquilizadores" de los sobrecargos... y luego la noticia fatal: agarren sus cositas porque hay que desembarcar para que los mecánicos vean qué carambas le pasa a esta cosa. Ahí vas para abajo. Sala de espera re-llena de mexicanos desesperados, pero la verdad agarramos muy buen ambiente. Si nos hubieran dado unos tragos además de los refrescos del avión la hubiéramos pasado bomba, pero eso no quita que la espera fuera agotadora. Por fin el diagnóstico: el avión no podía volar y tratarían de enviarnos en otro. ¡Oh Santa Turbosina Mártir! ¿Y 'ora? Pues a esperar más.

Ya con dominio de las comunicaciones por interné el mundo (y mi marido) supo de mis cuitas y todos me desearon lo mejor. Más tres horas después, a la hora en que casi debería estar llegando a México originalmente, abordé el avión que me depositaría por fin en tierras chilangas. Todo el buen humor que derrochamos durante la espera se esfumó al llegar al D.F., simplemente queríamos salir del aeropuerto.

Por las pláticas con otros sufridos pasajeros, tanto en el vuelo de ida como el de regreso, me dí cuenta que United tiene graves problemas de organización. Conclusiones: No vuelvo a hacer conexiones tan apretadas... y no vuelvo a viajar con ellos.

noviembre 15, 2011

Boston Tea (without) Party 1 - de pisa y corre

Hace unas semanas viajé a Boston, Mass. por motivos de trabajo. Hermosa, hermosa ciudad... que no tuve oportunidad de recorrer. Lo único que conocí fueron las calles cercanas al hotel donde me hospedé, que por suerte está en una zona encantadora.
El clima fue todo un tema. Se anunciaba un descenso dramático de temperatura (del que fui oportunamente avisada por una querida amiga que vive allá), así que cambié mi plan de vestuario para incluir más suéteres y demás prendas abrigadoras. La noche en que llegué todo se antojaba un poco exagerado, pues la temperatura era agradable, pero en la madrugada empezó a llover y a enfriar, así que para el amanecer ya se sentía el frío intensito y la llovizna (un poco de aguanieve, incluso) no cesó en todo el día. Así que a desquitar el sueldo trabajando en interiores.

Un detalle curioso: mi hotel estaba dentro de un centro comercial, que a su vez se conectaba con otros centros comerciales, edificios de oficinas, hoteles, tiendas de lujo y edificios de departamentos mediante puentes recubiertos de vidrio que pasan sobre las calles. De esa manera unas cinco manzanas grandes quedan unidas, sin que se tenga que salir a las inclemencias del tiempo para ir de un lado a otro. Pero aprovechando que el segundo día de mi estancia (viernes) amaneció helado pero con un sol encantador, salí a caminar un rato por la mañana para conocer lo que pudiera y tomar algunas fotos.

Aires de la antigua Nueva Inglaterra

Modernidad y tradición

El parque Boston Commons, favorito de todos
Bello en verdad. A un par de cuadras del hotel está la calle Newbury, zona de boutiques, restaurantes (yomi), hotelitos minúsculos y encanto por doquier, todo enmarcado por casas victorianas perfectamente preservadas. ¡Una delicia!

Boutiques de moda y gente ad hoc

¿Qué historias guardarán esos áticos?
Los reportes meteorológicos ya hablaban de otra baja de temperaturas, con posibles nevadas por la noche. Cosa extraña, considerando que el otoño de Nueva Inglaterra no suele ser tan frío. Pero lo mejor (no para los nativos) estaba por venir: se anunciaba tremenda nevada para el sábado 29 de octubre, justo antes del muy animado Halloween y en un día en que mucha gente hace fiestas y reuniones.

Así que entre el trabajo, las juntas, el tratar de verme presentable y no congelarme en el proceso (maldita manía gringa de poner el aire acondicionado como si fuera Acapulco... y la calefacción como si fuera Groenlandia), me toco ver por la tele la casi-histeria de un pueblo que maneja muy bien las nevadas invernales, pero que estaba frustradísimo por tener nieve tan temprano en el año. Boston mismo no sufrió gran cosa, apenas me tocó ver un poco de nieve acumulada en las aceras a la mañana siguiente, pero ningún copito cayó sobre mi cabeza resguardada por gorrito de mi propia factura (je je, pretextos para lucir los tejidos). Al este y sureste de la ciudad sí cayó mucha nieve, a nosotros casi sólo nos llegó el frío.

Y yo nomás viendo los autobuses turísticos ir y venir frente al hotel, sin tiempo ni oportunidad para dar un buen tour por esta ciudad histórica. Oh, qué pena...
Y en la siguiente entrega, historias de llegadas y salidas accidentadas.

noviembre 09, 2011

Confieso que soy fresa

Síii, bien fresa. Y nerd. Y medio geek, pero no mucho. Constaté la fresez que me aqueja cuando empecé a usar mi smartphone (uf) como entretenimiento en el gimnasio. ¿Recuerdan que les pedí sugerencias musicales para amenizar mis horas de caminata y escaladora? Pues ya cargué mi telefonito con harta música que me alegra y me ayuda a mantener un buen paso en el ejercicio.
A reserva de que haga otras playlists más guapachosas (tengo ganas de bajar música de Celia Cruz, y sones cubanos, y salsa, y vallenato), por el momento me animo al ritmo de:
Mrs. Madonna...

Mrs. Spears...

Y para irle bajando el ritmo al final del ejercicio, algo de Katy Perry al estilo Glee...

¿Así o más fresa? (¡Pero funciona!) Que conste que también tengo algunas melodías de los infalibles Black Eyed Peas...

¡Así que sigamos moviendo el bote!

noviembre 01, 2011

Lana sube, lana baja...

...Pero de los aviones. He tenido la fortuna de hacer dos viajes internacionales este año y por supuesto busqué la manera de adquirir algunas lanitas. Realmente me vi modesta con las compras, pues evito recargar la maleta... y la tarjeta de crédito.
En Mayo estuve en Uruguay, las reseñas del viaje las pueden ver aquí y acá. Aproveché para comprar en Montevideo un par de regalos para la entonces lejana Navidad, que ya está a la vuelta de la esquina. Son dos bufandas de lana pura, tejidas en telar con hilos de diferentes grosores y colores:
Los destinatarios no leen el blog... creo
También compré dos madejas de lana 100% de grosor variable (equivalente a un "bulky") y ambas teñidas a mano en diferentes tonos a lo largo del hilo, lo que les da mucha vida. La chica que me las vendió carda, hila y tiñe la lana ella misma y estaba exhibiendo sus productos casualmente en el hotel de Piriápolis donde me hospedé. Las madejas ya están convertidas en tremendas bolas de 220 gr. cada una. La de tonos naranja la quiero combinar con café para hacerme un poncho. Pero no tengo idea de qué hacer con la azul rey, la verdad fue una compra impulsiva (¿cuándo no?) ¿Alguna idea para la pelotota azul?
Mi manita aparece con fines de mostrar la escala
Y en mi más reciente viajecito, esta vez a Boston, muy al norte del continente (estén pendientes para la reseña, je je) visité una agradable tienda de estambres donde me enamoré de un chal, pero con las malas noticias de que, a) se les había acabado el estambre en el tono que me gustó (y además estaba carísimo) y b) tampoco tenían el patrón a la venta, pero la amable dueña de la tienda me dio el nombre del libro donde está publicado, "Folk Shawls", y lo voy a pedir por Amazon (tip: vale la pena explorar las ofertas de libros usados pero en buen estado en ese sitio).
El caso es que compré la cantidad necesaria para el chal en una hermosa lana merino veteada de la marca canadiense Koigu, teñida a mano y no tan cara como la original del modelo. Como tejo bastante apretado, puedo tejerla con agujas de 5 mm, lo cual es una ventaja para mí.
Hermosos colores otoñales. La diferencia de tono de izq. a der. se debe a la luz
Así que seguiré coleccionando (¡y tejiendo!) exóticos estambres internacionales cuando las actividades me lleven fuera del país. A lo mejor no son tan exóticos, pero son un recuerdo útil y hermoso de tierras lejanas.

octubre 22, 2011

Mini-turismo citadino 1 - La Roma

Hace poco tuve que hacer unos encarguitos por los rumbos de la Colonia Roma de mi exhuberante e irritante Distrito Federal. La última vez que caminé por esas calles fue por la zona de la Glorieta de Insurgentes, donde está ubicada una de las estaciones más activas del Metro. El panorama es desolador en esta zona. Múltiples edificios vacíos o sub-utilizados, tráfico caótico, basura... y la inmensa tristeza de los jóvenes indigentes y/o drogadictos. Recuerdo que muchas veces he oído hablar de planes de renovación para esa enorme glorieta, pero nunca han acabado de cuajar.

Pero basta con caminar un par de cuadras hacia el este o hacia el sur, adentrándose en el bario, para encontrar calles arboladas, centros culturales, edificios con ecos de la Belle Epoque, boutiques innovadoras, cafecitos acogedores... todo lo que añoramos muchos de los habitantes de este monstruo urbano.

En la última visita caminé un poco por la Avenida Álvaro Obregón y por la calle de Orizaba:




Lindo, ¿verdad?. Quiero regresar con calma y con mi cámara "buena" (tomé las fotos con el celular) para desayunar en un restaurante muy chic que descubrí, pasear por la plaza central de la colonia y recorrer el tianguis (mercado ambulante) que se instala los sábados en aquella avenida. Después de todo, es "mi tierra", pues nací en la calle de San Luis Potosí. Quiero redescubrir esos rumbos. Mientras tanto, les dejo este video, parte central de un documental sobre ese barrio.


Y lo confieso: con todo y sus sinsabores, siempre he estado enamorada de mi ciudad.

octubre 09, 2011

La larga historia de Don Gato y su pandilla

Sin más preámbulos, helos aquí.
En el sentido de las manecillas: Güerita, Pelusa y Don Gato
Son la familia gatuna que habita en el estacionamiento del edificio donde vivo. Los vecinos han accedido a tenerlos aquí, aún siendo gatos "callejeros", pues ayudan a controlar a las ratas y ratones. Varios vecinos les damos comida, pero no se había podido darles más atención veterinaria pues todos son ferales y bastante agresivos si se trata de tocarlos.
Hace poco más de dos meses la gata gris desaparació por un buen rato. Cuando regresó, traía compañía:
Multipliqen a esta belleza por 6. Sí, 6 hermanitos igual de lindos.
Los bebés anduvieron por ahí varias semanas. Unos vecinos se dieron a la tarea de atraparlos y llevarlos al veterinario, para después ponerlos en adopción. Ahí es donde su servidora mete su cuchara. Mediante el ubicuo Facebook promoví la adopción de los bebés y casi de inmediato una amiga se contactó conmigo, pues a su vez un amigo suyo le había comentado que quería un gato. El proceso fue algo largo y complejo, pues había muchas personas involucradas y como la camada fue grande los pequeños acabaron en diversas veterinarias donde los desparasitaron, bañaron y vacunaron.
Hace unos días le entregué el chiquilín que aparece arriba a su flamante padre, quien estaba feliz.
El que no estuvo nada feliz fue mi Boris, pues es celosísimo. El simple hecho de tener al gatito aislado en el baño durante algunas horas mientras pasaban por él fue suficiente para que Mr. Boris se sintiera desplazado. Pobrecito, todavía no se repone de su trauma de la mudanza de hace varios meses. Lo conozco bien, por eso no pudimos adoptar nosotros a un peludito.

Pero ahí no acaba la cosa, noooo. La gata Güerita tuvo a bien sacar a la luz a los frutos de sus entrañas: tres adorables bebés que había tenido bien escondidos, pero que ahora ya andan por ahí jugando y causando dolores de cabeza. Así que la Operación Gato sigue en pie por aquí.
Rubios medio pelirrojos y totalmente adorables
Sabemos que el problema son los gatos adultos, pero ya se han hecho avances para atraparlos y esterilizarlos a todos. Hoy se llevaron a la Güerita, quedan todavía Pelusa y Don Gato. Pero tenemos que lograrlo.

Por favor, si tienen mascotas, esterilícenlas. Por mucho que amemos a los animales, tenemos que cobrar consciencia de que hay miles y miles en los asilos y en la calle (millones tal vez). ¿El niño quiere perrito o gatito? ¡Motívenlo para que adopte uno! Es un acto de generosidad que le marcará positivamente para toda su vida.
Boris dice: ¡Esterilicen a sus mascotas y apoyen la adopción, o se las verán conmigo!

octubre 05, 2011

Avisos parroquiales 4

...Con el puro fin de mantenerme en contacto con el respetable (o sea ustedes).

- Para variar ando haciendo malabares con el trabajo, la casa, los amigos, los proyectos personales y todo lo que se me atraviesa. Creo que así vivimos todas las mujeres ¿no?

- Acabo de vivir la experiencia de ayudar en la adopción de un gatito callejero. La historia completa aparecerá por aquí pronto... pero ahhhh, qué labor tan difícil. Mi admiración a quienes lo hacen de manera regular para ayudar a montones de gatitos abandonados (y perros también).

- Mil gracias por todos sus comentarios para ayudarme a componer una lista amplia de música para acompañar mi ejercicio. Ya he seleccionado muchas melodías y próximamente las bajaré de la web y publicaré la lista completa. Creo que para Navidad voy a pedir puras tarjetas de iTunes de regalo, je je.

- A pesar de mi convicción de no comprar más estambre hasta que acabara con lo que tengo guardado... oh, sí, caí en la tentación. Los vicios son maaaalooos.

- Me clonaron la tarjeta de débito. Los daños son menores pero las incomodidades generadas por el robo son mayúsculas. También merece post la historia.

Ya me voy a chambear. Y a alternar cachucha de gerente-ejecutiva y ama-de-casa por el mismo precio. Merezco aumento.

Iglesia de Sta. Catarina, Coyoacán D.F.

septiembre 26, 2011

¡A mover el bote!

Eso vengo diciéndome desde hace meses, pero ahhh... cómo cuesta trabajo. Retomar la rutina de dieta y ejercicio después de un cambio de casa, de ciudad y de régimen de propiedad habitacional ha sido poco menos que imposible... cuando menos para mí, que disto mucho de ser un ejemplo de disciplina y perseverancia.

Acudo al gimnasio apenas unas 2 veces por semana, de las 5 que debería. Cada semana digo "ahora sí voy a ir más" y cada semana vuelvo a las mismas justificaciones. Que si el trabajo, que si la gripa, que si el horario incómodo del gym. Porque han de saber ustedes, fieles lectores, que para ahorrar unos buenos pesos decidimos tomar una membresía, ehem, modesta, que no nos permite acudir al gimnasio en horas pico (sea temprano por la mañana o en la tarde/noche). Para lograr hacer una rutina respetable tengo que botar el trabajo a las 5 PM cuando mucho, correr (bueno, tomar el micro o lo que sea) al gimnasio y salir de ahí antes de las 6:30. ¡Y no hay ninguna clase de aerobics, baile o similares a esa hora! Los sábados el horario está peor y el domingo es el único día en que realmente puedo aprovecharlo a gusto.

Comprendo que hay mucha gente que no necesita del gimnasio, les bastan unos tenis y unos pants para hacer su rutina en la calle, en el parque o en la casa y se mantienen de maravilla, pero no es mi caso. Además, descubrí que buena parte del éxito de mi rutina cardiovascular (ya sea en la caminadora o en la escaladora elíptica) es mantener la mente ocupada en algo más que el ejercicio mismo. En el gimnasio al que iba en Cuernavaca tenían un maravilloso sistema de monitores de TV individuales en cada máquina, con su propio control remoto y todo el sistema de televisión por cable a  disposición de los clientes. Me ponía mis audífonos y voilá, entretenimiento asegurado. Acá en el D.F., en uno de los mejores gimnasios de la ciudad, el sistema de TV se compone de unas 6 pantallas grandes con opciones de noticias, deportes y el canal Sony... y nada más. A la hora que voy las opciones son francamente aburridas, así que sufro, sufro, sufro.
Intenté leer, pero no alcanzo las velocidades requeridas por cuidar de que el libro no salga volando. Intenté la bicicleta fija (en la cual sí puedo leer) pero me deja la espalda fatal durante el resto del día... pero creo que ya resolví el problema:

Voy a aprovechar las capacidades de mi casi-nuevo teléfono móvil (smartphone, no less) para cargarle música y podcasts, a fin de usarlo como fuente de entretenimiento durante los 50 minutos que debo permanecer en movimiento en los aparatos. ¿Por qué tal insistencia en ese tipo de ejercicios? Porque son los únicos que me ayudan a bajar de peso. Probado y comprobado.
Así que estoy llenando el aparatito con música movida y enérgica que me ayude a mantener el ritmo y el buen humor, así como con podcasts y material interesante que me nutra la neurona mientras quemo grasita. Se agradecen sugerencias de todo ritmo y tema. Y para muestra, esta es una de las primeras canciones que he bajado del ubicuo y genial iTunes: El gran Brian Setzer, ex Stray Cats, con el tratamiento de Big Band a su clásico Rock this Town.


En mi mente, yo bailo igualito que esa chava. I-gua-li-to.

septiembre 18, 2011

Lost in translation... at the movies

Andando por los pasillos de mi Blockbuster local me encontré con...
 Más allá de la muerte (título original: Hereafter)

Más allá del cielo (título original: Charlie St. Cloud)

Más allá de los sueños (título original: What dreams may come)

Más allá de la duda (título original: Beyond a reasonable doubt)

Salvo el título en español de la última película, que no tenía mucho para dónde hacerse, todas las demás son tristes ejemplos de la falta de originalidad (o franca flojera) que tienen las distribuidoras de películas al elegir el título en español. Digo, deben haber tenido otras alternativas, ¿no?

Y por el otro lado, tenemos adaptaciones que en mi humilde opinión de traductora me parecen buenas salidas, creativamente hablando:

 
Hop, Rebelde sin Pascua (título original: Hop. Excelente uso de la cercanía fonética entre "pascua" y "causa")

Paul, Encuentros cercanos con este tipo (título original: Paul. Mención honorífica por el risueño homenaje a la clásica cinta de extraterrestres)

Comprendo que los títulos en los idiomas locales parten de decisiones comerciales, pero vamos, encontrarse con cuatro DVDs contiguos que empiezan con "Más allá de..." ya mueve a la risa. Échenle cacúmen, señores distribuidores... o contrátenme.

Imágenes del sitio IMDb en español

septiembre 15, 2011

¡Vivarrgh...cof,cof,cof,...viv..aaayyyayayay..vivagggh... me doy :(

Angry chick returns
Fiestas patrias y bla bla bla. Por lo menos en mi relativamente nueva dirección no empezaron con los cuetes desde hace una semana, como sucedía en mis anteriores rumbos morelenses. Estoy de malas, no lo voy a negar. Llevo semana y media con una gripa complicada con tos y afonía que apenas empieza a ceder a punta de antibióticos y jarabitos... pero los ataques nocturnos de tos produjeron que durmiera en posiciones muy forzadas y desde ayer amanecí con un brazo lastimado. Pasé el día estoicamente dedicada a mis labores, agregando analgésicos untados y tomados a los medicamentos du jour... pero la noche fue fatal.

Es paradójico que justo cuando quiere uno descansar, sea la postura acostada la que causa más problemas. En mi caso, al acostarme me regresa la tos y paso un buen rato antes de estabilizarme, y ahora con el brazo resulta que me es más comodo estar sentada que acostada. Diablos.
Ya tengo cita con el médico fisioterapeuta quien ¡bendito sea Hipócrates! sí va a trabajar el sábado. El doc y yo ya tenemos historia, oh sí. Hace un par de años sufrí una fuerte contractura en la región lumbar, que derivó en el descubrimiento de que tengo una escoliosis marca llorarás. A partir de entonces he sufido otras varias contracturas en el cuello y la espalda, junto con misteriosos dolores en los tobillos, los pies, las rodillas y recientemente la mano izquierda (hasta tengo unas simpáticas bolitas en la palma, ay qué lindas. No.)
Si a eso aunamos dos gripas devastadoras en lo que va del año, más una estúpida caída en plena calle (de la cual salí muy bien librada, considerando el trancazo)... ya pido esquina, verdá de Dios.

Sé que mis dolencias son mínimas comparadas con las de mucha gente, pero créanme que ahora comprendo el estado mental de quienes sufren dolores crónicos. Hace meses el doctor me advirtió que si seguía con estos dolores musculares tendría que mandarme hacer estudios más detallados. Temo que llegó el momento.
La artritis que padecieron mi madre y mi abuela siempre ha pendido sobre mi cabeza como espada de Damocles. No creo que sea el caso, pues por ellas supe las características del dolor artrítico y no es lo que siento, pero la herencia familiar está ahí. Estoy infinitamente mejor de salud de lo que estaba mi madre a mi edad, sin embargo no puedo dejar de preocuparme. Y de preocuparme a solas... porque la familia reacciona con cierta, ehem, irritación ante mis quejas. Comprendo que es más bien miedo el que se oculta ante su impaciencia, pues uno acá de super-mujer cuida de todo y de todos (ajá), pero cuando hay que cuidarla a una nadie sabe exactamente qué hacer.

Sorry por el humorcito. Diría que en la noche me lo quito con puro tequila, pero ni eso puedo. Cuídense, cenen rico y dejen que los demás laven los trastes... aunque sea unos tres días después del festejo.

septiembre 11, 2011

Mi 9/11

Todos recordamos dónde estábamos la mañana del 11 de septiembre de 2001. Todos tenemos una historia. Cómo nos enteramos. Cómo reaccionamos. En algunos el impacto fue temporal, en otros perdura hasta hoy. Habrá quien tenga sus propias teorías, habrá quien simplemente sabe lo que supimos todos a través de la prensa y otros medios.
De todos los horrores de aquel día puedo relacionarme, aunque sea vagamente, con uno de los lugares de la masacre. Me relaciono de igual manera que lo hacen millones de personas que lo visitaron a lo largo de los años. Las imágenes están ahí, congeladas en los álbumes familiares.
Gigantes extrañamente gráciles
Acabo de recapturar esta imagen a partir de su original impreso en papel fotográfico, tomándole una foto con mi actual cámara digital. Al ver las dos torres en la pantalla de mi cámara... ufff... parecía que las estaba viendo otra vez en esa soleada mañana de agosto de hace más de dos décadas. Escalofriante.
Verano de 1989
Y sí, ahí estoy, durante mi primer viaje a Nueva York acompañada de una querida amiga, quien se botó de la risa ante mi muy estudiada pose. No subimos al mirador de las torres porque la cola era larguísima, pero paseamos por la plaza y por el centro comercial subterráneo. Mi primer impulso al seleccionar esta foto fue encontrar también por internet la imagen de la escultura esférica, después del derrumbe de las torres. Recuerdo haberla visto alguna vez, con el metal ennegrecido y abollado, conservando todavía algo de su forma original. No tengo las agallas ni el estómago para buscarla ahora.

Septiembre 2011, México D.F.
Todos tenemos un recuerdo. Hoy, domingo 11 de septiembre de 2011, en una mañana inusitadamente fría para esta época, me reuní junto con más de 30,000 personas en el Estadio Azul del D.F., para escuchar una plática impartida por S.S. el Dalai Lama, en esta su tercera visita a México. "Hallando la felicidad en tiempos difíciles" se llamó su conferencia. Díficiles en el 2001, difíciles en el 2011. El actor y activista Richard Gere, al presentar al Dalai Lama, refirió también sus recuerdos de la mañana del 9/11 hace 10 años: fue una mañana hermosísima, soleada y cálida, por lo que bajó la capota de su auto y tomó la carretera para ir a un retiro budista fuera de Nueva York, donde vive todavía. La mañana era tan linda que no prendió la radio, por lo que le sorprendió hallar a toda la gente en el centro de retios agobiada y llorando abiertamente. Entonces lo supo. El maestro que impartía el retiro, un Lama a quien yo también he tenido la fortuna de escuchar, los guió durante todos esos días para procesar el dolor y la ira resultante de los tristes acontecimientos. Transformar el enojo, el dolor y la frustración en acciones compasivas y amorosas. Se dice fácil...

Hoy escuchamos al Dalai Lama, mientras los aviones pasaban una y otra vez sobre el estadio. No pude evitar pensar ¿... y si uno de esos aviones...? Pero estábamos ahí, en el ahora, compartiendo un mensaje de no violencia y acompáñandonos codo con codo en el dolor que embarga ahora a todo México. Estábamos en paz, atentos, serenos. Salimos sonriendo. Y los aviones seguían volando.

Con agradecimiento a todos los que hicieron posible la visita del Dalai Lama a México.
Con una apenas naciente compasión hacia quienes se sienten tan heridos que hieren a otros.
Que el mérito que puedan generar mis acciones sea de beneficio para todos los seres.

septiembre 05, 2011

Te digo que no y no y no

Dissaproving rabbit dissaproves
Palabra difícil ¿verdad?
No. No. Invariablemente suena fuerte... y gacho. Pero creo que un "no" a tiempo evita muchos descalabros. Ahhh, pero sí que es difícil de enunciar, sobre todo en estos tiempos en los que se tiende hacia una mal entendida cortesía que frecuentemente se convierte en laxitud de carácter.
Si te digo no, deveras que es por tu bien. Prefiero decirte "no" ahora y evitar quedarte mal en el futuro. Si acepto hacer algo para lo que no tengo tiempo, te voy a quedar mal. Si te digo "claro, me encantaría verte" pero no tengo la más mínima intención de hacerlo, te estaré mintiendo de fea manera. Si accedo a participar en un proyecto en el que no estoy de acuerdo, estaré posponiendo el truene inevitable... y posponer no es componer.

Y la otra: el decir que no automáticamente nos adjudica la etiqueta de "negativos". Por más que los expertos en desarrollo humano han tratado de cultivar la asertividad entre los mortales, la mercadotecnia se ha encargado de ponerle otros nombres a ese tipo de actitudes. ¿Recuerdan aquello de "...Los hombres aman a las cabronas..."? ¿Habría vendido tantos ejemplares el mismo libro si cambian la palabra final por " mujeres asertivas"? Así nos han enseñado, la persona que dice "no" a menudo es calificada de cabrona. Chula visión.

Ahora, matizando, creo también que se puede decir que no de una manera cortés y gentil. Sin tantas vueltas como acostumbramos los mexicanos, con un simple "Gracias, pero..." y una razón concisa es suficiente.
Gracias por considerarme, pero no puedo asistir. Gracias por tu interés, ya tenemos el cupo completo. Ha sido un placer verte. Y hasta ahí. Sin promesas, sin compromisos, sin un falso "Siiií" que nada tiene de positivo.
Un "no" acompañado de una sonrisa. He ahí el reto.

Post levemente críptico y personal. Como siempre, se agradecen los comentarios. Okey, okey, si no quieren comentar está bien :D

agosto 29, 2011

Grullas, tigres y cascadas

Desde hace unos meses he estado tomando las clases semanales de Tai chi chuan que se imparten en el gimnasio al que asisto. Desgraciadamente sólo hay una clase a la semana, en un incómodo horario de domingo al medio día, pero procuro no faltar.

Ya por acá comenté hace tiempo que había intentado varias veces tomar clases de yoga, siempre con resultados desastrosos. Buscaba alguna disciplina que me ayudara a vencer la falta de flexibilidad que sufro desde niña y por eso todos me recomendaban el yoga, pero simplemente no es para mí. En cambio, desde la primera clase de Tai chi confirmé que esto es lo mío. Qué digo desde la primera clase, apenas avanzada la mitad del periodo de calentamiento, supe que esa era la disciplina que estaba buscado. Y, paradójicamente, me sentía como si la hubiera practicado antes, a pesar de ser la primera vez.

El extenso artículo de Wikipedia al respecto de este arte marcial lo encuentran por acá. Baste decir que para mí es a la vez un fuerte ejercicio físico (acabo sudando a mares), un grato momento de meditación y una oportunidad para explorar mi lado agresivo. Porque... oh sí, tengo que admitir que me encantan los movimientos en los que las manos toman forma de garras de tigre o espadas, o cuando el maestro nos muestra cómo lo que parece un grácil giro del brazo es en realidad un movimiento defensivo para, ehem, romper el antebrazo del oponente.
¿Ejercicio para viejitos ? Ajá. Que me lo digan después de sudar la gota gorda durante hora y cuarto, haciendo elegantes pero controladas figuras con nombres poéticos como "mirando las nubes", "segando el trigo", "dibuja una cascada", "la dama señala a la luna"... mientras cada músculo del cuerpo se suelta y a la vez trabaja de una manera intensa. Rodillas semiflexionadas, cuello relajado, respiración pausada... y el cerebro trabajando a un ritmo que sólo puedo comparar con el de la meditación de atención unipuntual: una mezcla de serenidad y luminosidad muy difícil de obtener con otras disciplinas físicas.
Y bueno, si llego a tener la flexibilidad de una viejita china de 80 años que se ejercita a diario antes de irse a trabajar a su parcela, me daré por bien servida.

Sí, sí, ya se que esto es Kung Fu de caricatura... ¿pero a poco no son lindos?

agosto 22, 2011

Dos para llevar

Andanzas gastronómicas en la gran ciudad...

Admito que soy de paladar aventurero. Desde una buena quesadilla hasta un platillo gourmet, la verdad le entro a todo, salvo contadas excepciones (la pancita y el queso roquefort, por ejemplo). Y me encanta comer fuera, tanto por la experiencia en sí como por el hecho de ahorrarme la planeación, preparación y limpieza posterior a la comida. Algo que me parece tristísimo es llegar con grandes expectativas a un restaurante y salir decepcionada porque la comida no estuvo sublime. Y no es esnobismo, tan sublime puede ser una tortilla con sal como unos huevos benedictinos, simplemente es cuestión de talento en la cocina y prestancia en el servicio.
He aquí dos lugares a los que se puede llegar con confianza, sin complicaciones y sin temor a sobregirar la tarjeta, y que resultan una agradabilísima sorpresa:

Desde Rusia con amor - En Ave. Universidad, cerca de Angel Urraza, está el restaurante Kolobok, un lugar sencillón, así como onda de comida corrida, pero que sorprende con una oferta auténticamente rusa. Rusa transplantada, porque entiendo que los dueños y fundadores son ucranianos. Desde el conocido borsch (sopa de betabel) y el gulash (favorito de toda la Europa oriental) hasta platillos menos familiares, la carta entera es un viaje a las mesas que amorosamente atendían las babushkas rusas. Muy recomendable también el kompot, un ponche frío y refrescante que prepara las papilas para los sabores contundentes de una cocina con profundas raíces en el campo. Espléndidos también los postres y panes. Conocí el lugar gracias a nuestra vecina y amiga rusa-mexicana y fue una gran experiencia dejarse guiar por ella para hacer nuestras elecciones, pero de todas maneras el personal es atento y generoso con la información sobre sus platillos. Lleno siempre, vale la pena llegar temprano... o quizá pasada la hora de la comida entre semana. Por acá su página web, tienen dos direcciones en el D.F.

Tokio vía Hamburgo - ... Hamburgo casi esquina con Amberes, en la Zona Rosa. Ahí está el Restaurante Tokio, con su entrada muy kitsch en donde lucen las muestras de platillos hechas de plástico. Confieso que durante años pasé por ahí y nunca se me antojó entrar precisamente por esos arroces, fideos y sushis congelados en sus reencarnaciones de PVC (comunes en Japón, por cierto), pero hace tiempo vencí la resistencia y me encontré con un lugar excepcional. Desde su entrada con mini-estanque y puentecito hasta los visillos pintados a mano que adornan las puertas, entrar al Tokio es llegar a Tokio. Atendido por una familia japonesa y una hábil cuadrilla de meseros, la experiencia es redonda. Me encanta que reciban con una pequeña porción sunomono (ensaladita encurtida), que las sopas se sirvan sin cuchara (como debe de ser en esta cocina) y que cierren la comida con un platito de fruta. Y para comer en serio, la carta reboza de ofertas conocidas y otras no tanto, pero siempre auténticas y frescas. El sushi es una maravilla y sólo en este tipo de lugares encuentro el nigiri de tamago (huevo) que tanto me gusta. Los precios son accesibles y hay un menú económico de lunes a viernes. Siempre está lleno, pero el servicio es raudo, así que en caso necesario vale la pena esperar.

Gracias a todos los aguerridos inmigrantes que hacen de México su hogar, con ollas, cucharas y todo.

agosto 16, 2011

No estaba muerta...

...Tampoco andaba de parranda. Simplemente el trabajo me ha traído ocupadísima, como debe de ser. Extraño escribir, pero no he tenido oportunidad de hacerlo en forma.

Por acá nos vemos pronto pronto. Boris manda saludos.

...y saludos al pollopollo que está en tierras lejanas

julio 28, 2011

Avon llama

Así rezaba la propaganda de la marca Avon hace muuuchos años. Crecí con esa marca porque mi mamá trabajó en las oficinas durante casi 25 años.
Cada 3 semanas salía el catálogo y casi por costumbre (o por entretener un poco a la mini-Özer) mi amá lo llevaba a la casa. ¡Y frecuentemente también llevaba productos! y algunas otras cosas. Dibujitos que me mandaba alguno de sus compañeros, el postre que no consumió en la cafetería, la rosa que adornaba su escritorio... 

Volvamos a los productos. Los envases de las lociones eran simpatiquísimos (sillitas, botas, jarrones griegos, libros...) pero los contenidos eran discutibles. Los jabones eran los grandes favoritos para regalar y los productos para niños eran un exitaso entre mis amiguitos. Recuerdo que alguna vez mi amá logró que le regalaran una caja com-ple-ti-ta de shampoos con envase de Pluto (el de Disney) para repartir entre mis compañeros de la clase de catecismo. Cada año, el sábado más cercano al Día del Niño la empresa patrocinaba una gran fiesta en sus instalaciones de Ave. Universidad y Miguel Ángel de Quevedo, para celebrar a los chamacos de los trabajadores. Siempre invitábamos a alguna amiguita mía y mientras andábamos de puesto en puesto (hot dogs, palomitas, chescos...) y de juego en juego, mi mamá trabajaba un rato en su oficina. Al salir, a cada chiquilín le daban una bolsota de productos. ¡La gloria!
Esporádicamente mi madre tenía que trabajar el sábado por la mañana. Me encantaba acompañarla porque me sentaba en un escritorio desocupado y me ponía a ayudarle en alguna labor adecuada a mi edad. Sin faxes ni e-mail, había mucha, mucha correspondencia que doblar, ensobretar y rotular. Mi máximo era ir a la máquina de café y comprar tanto para mi amá como para mí (nadie se escandalizaba al ver a una niña de 9 años tomando café con crema). Todos sus compañeros me trataban de maravilla y las políticas de la empresa eran lo suficientemente flexibles (o inexistentes) como para tolerar mi presencia sin más permiso que el del jefe en turno de mi mamá.

Mis primeros maquillajes fueron de Avon. Labiales, delineadores, esmaltes. Sombra aquí y sombra allá. Aprovechamos el descuento para empleados al máximo durante años. Y no, ni mi amá ni yo nos lanzamos a vender los productos, las ventas nunca se nos dieron. ¡Pero qué tal las compras!
Conocí la planta de lado a lado. Alguna vez hice una solicitud de trabajo pero no logré el puesto deseado (nop, ni con las influencias). Aún recuerdo el olor mezclado de mil perfumes que permeaba todo el ambiente... ¡llegaba hasta las escaleras de la estación del Metro!
Luego vino la edad de jubilación. Aunque tuvo una jubilación adelantada, mi mamá ya estaba cansadita del trabajo y se retiró con honores. Siguió en contacto con algunos compañeros hasta su muerte y aún conservo los lazos humanos y emocionales con la empresa.

Los tiempos cambian y las organizaciones también. Avon creció y creció, abrió plantas en otros estados de la república y las oficinas centrales se mudaron a varios sitios. Ignoro dónde estén ahora. Hace un par de años pasé frente a lo que solía ser el edificio central, sobre Universidad... y me paralicé al verlo en proceso de demolición, sin vidrios y lleno de grafiti. Se me salieron las lágrimas.
Un gran espacio en blanco...
Hoy vivo relativamente cerca de ese lugar, de hecho el gimnasio al que asisto está a unos pasos de la que solía ser la entrada de los trailers que transportaban productos de belleza desde la planta hasta los rincones más apartados del país. Hoy es un vasto estacionamiento. No. Hay. Nada. Sólo permanecen las rejas originales y los andenes donde, acompañada de mi madre, conocí lo que era el trabajo. Hermoso, fructífero trabajo.

Con cariño para todos los trabajadores presentes, antiguos y futuros de Avon Cosmetics, S.A. de C.V.

julio 25, 2011

Vejestorios 2 - cuentas y espejitos

Esa afición que tenemos algunas (muchas) mujeres por los objetos brillantes... ¿tendrá algún orígen evolutivo? ¿Será que en las antiguas sabanas africanas, mientras nuestras antepasadas cargaban al crío y se protegían del tigre dientes de sable, se sentían atraídas por las bayas cubiertas de rocío, brillantes bajo la luz del sol?
En mi recientemente adquirida afición por la joyería vintage (bueno, recientemente concretada, porque me ha gustado desde hace mucho tiempo) he tratado de ponerme objetivos específicos. Primero fueron los aretes con un broche especial, ahora me tocaron los anillos de coctel. Totalmente suntuarios e imprácticos. Totalmente tentadores.
¡Eureka! Encontré tres anillos. Tres oportunidades para decir ohhh, shiny! Permítanme mostrarlos:
Este me recuerda la joyería de la firma Chopard. Sospecho que este anillo es bastante moderno, pero no importa. 
Este trébol se siente contundente, pesa más que los otros y, literalmente, está enseñando el cobre, pero tiene carácter. Un anillo bien usado y disfrutado. Eso es lo que me gusta de las piezas vintage.
Y esta es la pièce de résistance: cristales en dos tonos de azul sobre una montura caprichosa y muy sesentera. Pide un vestido sencillo pero elegante y un manicure discreto.

Curiosamente los tres son ajustables, las bandas de las tres piezas son similares, así que es un misterio si proceden de la misma época o de distintos tiempos, o si incluso eran de la misma dueña. ¿Se rompe el hechizo si digo el precio? Vamos, para mí eso es parte del triunfo en esta cacería. Treinta y cinco pesos cada uno. Aplausos.
Ahora sólo necesito un martini y un cuarteto de jazz para completar mi fantasía retro.

julio 19, 2011

Saroyan doble hoja, o Una Serie de Eventos Desafortunados

Al igual que varios cientos de miembros del grupo de Facebook Prófugas del Blogger (¡hola chicas!) me enamoré de cierto proyecto de tejido. Vale decir que llevo un par de años tejiendo "formalmente" y este ha sido el patrón más complicado en el que me he embarcado.Las intrépidas organizadoras de las Prófugas se dieron a la tarea de traducir (descifrar) el proyecto conocido como Saroyan Doble Hoja y nos brindaron una chulada de patrón, que como alguien dijo por ahí, se teje solo.
Bueno, eso sólo en caso de estar en manos de un(a) tejedor(a) experto(a). En mi caso, me costó mes y medio de intentos, destejidas, frustraciones y errores repetidos.

Para empezar, escogí una lana demasiado delgada para mis habilidades. Nunca había tejido con agujas menores a 5 mm y este estambre pedía 3.5 a 4 mm. Pues ahí te voy con las del 4. Una, dos, hasta tres veces lo intenté y no pasaba de las primeras 3 hojitas del diseño. Nada, a intentarlo a doble hilo, con aguja del 5 (o 5.5, no quiero ni acordarme). Mejor, ahora sí veía avance, pero la existencia del estambre elegido empezó a agotarse rápidamente. Otro error: en una exposición de manualidades compré un paquete de 5 madejas de estambre Cusqueñita, una atractiva mezcla de lana, acrlílico y alpaca. En la madeja se sentía pachón y suavecito, pero al tejerlo suelta más pelo que mi gato, se abre fácilmente y además pica, pica, picaaa. Las 5 madejas casi se agotaron y pensé que sólo me faltaba una, así que al recorrer tiendas para encontrar el faltante me dijeron que aparentemente ya estaba descontinuado. ¡Noooo! Finalmente hallé dos (sólo dos) madejas del color correcto en una mercería, donde me tranquilizaron al decirme que recibirían más en unos días. Sólo necesitaba una, pero me llevé las dos, a un precio bastante mayor que el que había pagado por las primeras madejas.

Después de noches y noches, horas y horas, múltiples confusiones con el patrón (mea culpa, por tejer mientras veo la tele) y una comezón pertinaz a causa de la alpaca... llegué a la última sección del patrón, sólo unos centímetros máaas... ¡y que me vuelvo a equivocar! Deshacer, rehacer, sufrir con-la-última-hojitaaa... y ya, por fin terminé. Sólo me sobró una pequeña bolita de estambre, casi acabé con las dos madejas emergentes.

Pruebas finales del chal antes de lavar y bloquear: mmmhh, apenas me cubre los hombros, cae al frente y luce la puntada, pero está demasiado ancho para bufanda y demasiado angosto para chal. Además, el tejido quedó grueso y un tanto rígido, sin caída. En fin, a lavarlo, secarlo durante día y medio, planchar con cuidadito y orar a Santa Penélope (la acabo de nombrar patrona de las tejedoras) para que se "soltara" y se le quitara la aspereza de la alpaca. Los resultados son medianitos: la puntada luce después del bloqueo pero la fibra no se suavizó en la medida de otras lanas que he bloqueado con el mismo método. Temo que no podré usar el chal/bufanda/estola directamente sobre la piel, sólo encima de otra prenda. De otra prenda gruesa.

Balance final: Excelente experiencia al tejer en conjunto virtual y cibernético (¡mi primer "tejijuntas"!), maravillosas instrucciones y apoyo de todos los miembros del grupo, grandes enseñanzas en cuanto a técnicas y "mañas", enorme satisfacción de haber llegado a la meta... y un hermoso chal con 350 gr de mezcla de alpaca que sólo podré usar cuando vaya a un lugar tremendamente frío, encima de un abrigo o un suéter grueso.
¿Alguien sabe de un Ice Bar que abra en verano?

julio 11, 2011

Pequeñeces

Cositas ínfimas que me irritan sin razón:

- Los moñitos justo en medio del brasier, sobre todo cuando el brasier no tiene costuras ni adornos. ¿Para qué, digo yo?

- Las tapas del tanque del excusado, cuando tienen formas curvas que no permiten poner casi nada encima, a riesgo de que el objeto se ladee y... ¡plop!

- Las pastillas de menta empacadas en bolsitas de dos en dos... que simplemente no se pueden abrir.

- Que me sirvan alimentos brutalmente calientes cuando me-estoy-muriendo-de-hambre.

- El olor de la cebolla y/o el ajo cuando yo no estoy cocinando.

- Los lapiceros. Las minas nunca me duraron más de cinco líneas de escritura sin romperse.

- Las monedas de 10 centavos.

- Y los días en que no tengo inspiración para el post.
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