mayo 21, 2012

Ciudad de Ángeles 1 - Sin aliento

El viernes pasado cerré el changarro (la oficina, pues)  muy temprano y alcancé a mi esposo en la ciudad de Puebla, donde se encontraba asistiendo a un congreso. Con eso de que la habitación ya estaba pagada y era para dos... ¡pues había que aprovecharla! (ohh, sí).

Tras un agradable viaje de hora y tres cuartos en autobús llegué a una Puebla grande, congestionada y súper activa, con el humeante Popocatépetl de fondo. Me sorprendió la cantidad de tráfico y el tiempo empleado para transitar de la central de autobuses al hotel, muy cerca del centro de la ciudad. ¡Y la cantidad de gente! Hacía años (añísimos) que no iba a Puebla, así que todo lo encontré muy cambiado. Apenas recordaba uno que otro sitio de interés, pero para efectos prácticos descubrí una ciudad nueva y fascinante. Con mucho microbús y taxi, y más vendedores ambulantes de los que hubiera querido, pero así son las cosas.
Templo de San Francisco, espléndido.

El hotel está casi al lado de esta enorme iglesia, de hecho el terreno y parte de la construcción del hotel formaba parte del claustro franciscano. La zona, además de su vocación religiosa, fue asiento de grandes fábricas textileras desde el siglo XXVII. Mucha historia, mucho trabajo, mucho esfuezo incrustado en cada piedra y cada ladrillo que todavía se yerguen... los cuales han sido hábilmente aprovechados para la construcción del Centro de Convenciones, el hotel La Purificadora, oficinas de gobierno, un museo, restaurantes y el inefable centro comercial, con cines incluidos. La verdad, es una rehabilitación respetuosa y ágil, pues han activado esa zona tanto para el turismo como para los mismos poblanos.
Hotel La Purificadora. Efectivamente, fue una planta purificadora de agua.
Jardines entre el hotel y las oficinas de gobierno a la izquierda y el centro comercial a la derecha

Costado del Centro de Convenciones, todavía luce una chimenea de la antigua fábrica
Nada más fue llegar, acomodar mis cosas en el hotel, saludar al marido (mareado por tanto trabajo, pero feliz) y ¡ámonos!, a la calle otra vez, en busca del mítico mole poblano para apaciguar mi hambriento estomaguito. No encontré la afamada fonda que me recomendaron, pero caí en un restaurancito sin pretenciones que resultó estar muy a la altura de la afamada comida del lugar. He aquí algunas fotos de mi recorrido, siempre a pie, como debe ser:
Dulcería tras dulcería en esta calle. Nótese la cúpula de talavera de la iglesia al fondo.
Tremendo el palacio de gobierno

Costado de la Catedral, enorme y majestuosa. El Zócalo está lleno de vida.

Templo de la Compañía de Jesús. El decorado en blanco es exquisito.

No, no, no. Tanta belleza, tanta delicadeza en las restauraciones, tanto amor por la historia y por el arte... en verdad me conmovió todo. Por momentos me quedaba sin aliento de la emoción y a cada rato les decía a los autóctonos ¡qué chula es Puebla!

...continuará, claro que sí.

4 comentarios:

marujims dijo...

no tengo el gusto de conocerla pero espero algun dia poder hacer ese mismo recorrido, ademas imagino con un clima maravilloso

ROSA MA. dijo...

Hermosisima ciudad hace unos tres años fui y me recomendaron comer mole en un restaurantito enfrente de la rectoria de la universidad, delicioso, lastima que no quisieron venderme para traer, era muy cerca del mercado de artesanías también un lugar hermoso. Muy agradables recuerdos. Disfruta mucho la ciudad y la comida. Saluditos

natalia dijo...

:)... preciosa descripción.... desde que te fuiste solo piesnso.. camotes... camotesss.. no me a cuerdo d el mole,, fui de niña.. pero me acuerdo de los dulces!! ...

natalia dijo...

y soy Ale..... que la naty descompuso su lap y paso por acá :S jejeje

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