junio 19, 2012

Avisos Parroquiales

Templo de la Balvanera, Centro Histórico de la Cd. de México

Cositas por aquí y cositas por allá...

- Las últimas semanas han estado marcadas por cambios en la rutina. Entre esos cambios, decidí prescindir de los servicios de mi asistente doméstica por diversas razones... y la experiencia está siendo, digamos, agridulce. Hasta ahora en casa nadie ha perecido por una avalancha de ropa sucia ni por intoxicación aguda por polvo, así que seguiremos sobreviviendo de esta manera por un rato más, hasta que me haga a la idea de repetir por tercera vez en un año el proceso de buscar-seleccionar-volver a buscar-encontrar-entrenar-volver a entrenar-supervisar-supervisar-supervisar a alguien más.

- Ya de muchos es sabido que sufrí una gripa infernal la semana pasada. Lo terrible del caso es que YA me había vacunado contra la influenza estacional y me sentía invencible, pero, según mi doctora, me contagié de algún bicho que se reprodujo inmoderadamente gracias a las cambiantes condiciones de calor/viento/humedad/más calor que hemos tenido recientemente. También sobreviví a esto, pero apenitas.

- Esta enfermedad me dejó una lección: si te enfermas, ¡DESCANSA! Eso de hacerle al héroe (escribí "a la heroína" pero sonó rarísimo) y seguir trabajando en la oficina y en casa a ritmo normal lo único que producía era que las gripas se me estacionaran durante un mes o más. Espero que una semana de relativo descanso me ahorre muchos días de enfermedad persistente.

- Entre el trabajo y posteriormente la gripota, se me quedó en el tintero escribir sobre el debate de los candidatos a la presidencia de México, que se llevó a cabo el domingo 10 de Junio. El aspecto que quería destacar era la experiencia que tuve al ver el debate con el smartphone en la mano, posteando en Facebook y leyendo posts de amigos ahí, así como otros comentarios en Twitter. Curiosísimo eso de compartir en línea las impresiones al momento... y de tratar de competir entre tantas "voces" en las redes sociales. Lo admito, es un ego trip eso de que le contesten a uno de inmediato las gracejadas que escribimos, en reacción a las declaraciones y respuestas de nuestros (¿nuestros?, pos sí, de quién más) candidatos.

- ¡Y la velocidad de respuesta de muchos mini-micro-nano líderes de opinión en las redes sociales es pasmosa! ¿Recuerdan el comentario de la candidata Vázquez Mota de que "imaginen que los candidatos fueran mujeres..."? Pues apenas unos 10 minutos después, no más, un amigo en FB publicó esto, que a su vez hizo y publicó otra persona, pasando por quién sabe cuántos intermediarios en el proceso:


10 minutos para que yo, usuario cualquiera, lo viera. Contando el hacer el dibujo original, escanearlo (¿o lo hizo directo en el iPad?), publicarlo y re-publicarlo por múltiples personas. Mi punto es que tal velocidad en el intercambio de información es sorprendente y divertida, pero, ¿es benéfica? En algunos casos sí, en otros no, creo yo.

Despídome por el momento. Dejo la tecla y me voy a la cocina para evitar el derrumbe inminente de la torre de platos que hay en el fregadero, no vaya a salir alguien herido. Cheers!

junio 04, 2012

Sobrecargas


Voy en cualquier transporte público de esta ciudad y veo a no menos de tres personas (o más) hablando o tecleando en su celular, a veces hablan tan alto que acabo enterándome cuánto costó el tinaco para su casa o en dónde va a ser la fiesta el viernes.
En algún vuelo de conexión dentro de Estados Unidos, al levantarme de mi asiento para ir al baño, ví al 50% de la gente usando sus laptops. 50% del pasaje completo de un avión comercial es mucho.
Me entero de los cumpleaños de mis amigos y amigas por Facebook. ¿Tarjetitas de cumpleaños? Nah, basta un mensaje en su muro, seguro lo ven. Ahora que, si yo no ví Facebook ese día estoy frita, pues entonces ya no me acordé de felicitarlos.
¿Quiero saber cómo está el tráfico? Lo checo en Twitter, pues prácticamente sólo lo uso para eso... y para stalkear a ciertas personas (mwahahaha!!).
¿Quiero ver algo lindo e inspirarme... aunque no sepa para qué? Pinterest es la fuente.
¿Checar los periódicos por la mañana? En línea, por supuesto.
¿Escuchar música en los trayectos por la ciudad o en el gimnasio? El smartphone, of course.
...Y además están las llamadas por celular y teléfono fijo, los mensajes de texto y los correos electrónicos. A diario. Muchos, muchos correos. Sin parar.

Ruido, ruido, ruido por todas partes.

Si me falla Internet mi trabajo se ve seriamente afectado. Si me falla la compu me muero. Si no hay teléfono tampoco hay interné, así que volvemos a lo mismo. Y si no hay electricidad ¡a llorar!
Hace poco andaba en la calle y como tenía varias cosas que hacer, iba a pasar buena parte del día fuera de casa. Mi celular se apagó de repente y simplemente no hubo manera de revivirlo. ¡Horror! incomunicada y en la calle. ¿Por qué me sentí tan vulnerable al no tener "comunicación", si no la necesitaba realmente? Necesidades creadas, ni más ni menos. Después de todo, pasé buena parte de mi vida sin celular y sobreviví, ¿por qué no sobrevivir un día más así? Claro que lo hice, pero con la permanente inquietud por mi aparatito salvavidas. El celu revivió mucho después, cuando mi esposo pudo abrirlo para retirar y volver a colocar la batería. Ohhh, qué tranquilidad sentí.

Caminando cerca de casa, me tocó ver a una chica que cruzó una avenida a media cuadra, dirigiéndose hacia la acera por la que yo caminaba. La chica llevaba en las manos las llaves, el dinero, alguna otra cosa... y el celular. Justo al llegar a la acera el celular se le resbaló de las manos y cayó directito dentro de una alcantarilla. El grito de desconsuelo de la chica fue desgarrador. Se quedó ahí, mirando la rejilla y tratando de dilucidar cómo podría sacar su aparato. Por lo menos estaba ya sobre la banqueta, porque si se hubiera detenido sobre el arroyo, cualquier auto o microbús podría haberla atropellado. Y sí, he visto chavos que mandan o leen texto en las pantallitas de sus teléfonos... mientras cruzan las calles. La "comunicación" por encima del instinto de supervivencia.

Cuánta dependencia. Cuánto intercambio, a veces valioso, a veces completamente inútil. Cuánta distracción. Cuánta sobrecarga de información. Y aquí estoy, publicando en línea, con la esperanza de alcanzarte a tí, ahí, de tu lado de la pantalla. Jugando el juego de la comunicación electrónica, una y otra vez.

Supongo que, como en todo, la clave es lograr el justo medio. Nada con exceso, todo con medida.
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