julio 29, 2012

Oso olímpico 2 - Los uniformes

Esto va a estar larguito, permítanme desahogarme...

La comidilla nacional después de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos fue, para algunos, el abigarrado conjunto de uniformes con los que se presentaron los deportistas mexicanos. Resulta que fueron obra de Armando Mafud, reconocido diseñador de origen oaxaqueño, con una larga trayectora nacional e internacional.

Anotación personal: el estilo del caballero nunca ha sido de mi predilección, pues aunque puede presentarnos prendas bastante elegantes (aunque nunca mesuradas) como esta:



...su sello personal es, consistentemente, este:

A lo que voy es que el Sr. Mafud tiende a trasladar a sus diseños imágenes "muy mexicanas", pero sin el proceso de digestión necesario para que lo folclórico se convierta en un detalle inesperado y elegante. Aunque estaba familiarizada con su trabajo, estuve haciendo búsquedas para obtener las imágenes que presento aquí y me resulta sorprendente cómo, en una sola colección, va desde (pocos) trajes y vestidos con meros toques mexicanos bien aplicados, a (muchas) prendas que rayan en el mexican curios.

Y llegamos al espinoso caso de la delegación mexicana. Cuando ví esta imagen, lo único que pude decir fue ¡¡¿QUÉÉÉ?!!



Y que van diciendo los narradores de la transmisión televisiva que el diseñador de los uniformes era Armando Mafud... ahhh, ahora entiendo. Pero sí, el espectáculo me pareció frustrante. Mi opinión, únicamente. Bueno, compartida a todo lo largo y ancho de la blogósfera, twittósfera, feisbucósfera y demás esferas cibernéticas.

Al día siguiente, ví un artículo en el periódico en donde aparecían los supuestos uniformes, portados por modelos profesionales (la galería completa está aquí):



Note usted las diferencias. Para empezar, nadie les dijo a los deportistas varones que los puños iban vueltos hacia arriba (detalle por lo demás demasiado casual para la ocasión), así que a todos les quedaron largas las mangas. Tampoco les dijeron a las chicas que la onda era con botas altas (¿en el verano europeo?), sino que unas llevaban botines cortos y otras tenis.

En lo personal, me pareció bastante... ehem... facilón el recurso de ponerles a las chicas pantalones y pullovers de cuello de tortuga, todo en negro, con un quexquemetl o poncho muy colorido encima. Y ya. No veo la relación con el deporte, pero sí un énfasis chocante en meter a-producto-de-gallina Los Diseños Tradicionales Mexicanos, TODOS al mismo tiempo. Dibujos oaxaqueños, bordados de la costa del pacífico, sarapes, listones, talavera... Como un plato combinado de mole, tacos de cochinita y mangos al tequila. Es efecto fue llamativo, sí, pero también desconcertante.

No, no me gustó nada el asunto. No, ni siquiera puedo justificar la intención de "mostrar al mundo el trabajo de nuestros artesanos". Hay maneras, caray.

Porque, corríjanme si me equivoco, pero un quexquemetl con motivos de sarape, bordes de peluche (¡peluche!) en tonos neón y brillitos NO ES DE DIOS.
Hasta el muy colorido Jorge "rómpeme la retina" Campos se asustó.


Todas las fotos tomadas de la web. La bilis es toda mía.

julio 22, 2012

Señoritas enanas

Ohhh... realmente tengo que dejar de meterme en lo que no me incumbe.

Hace unas semanas me llamó la atención uno de esos anuncios que aparecen en la columna derecha del Facebook, en el que promocionaban un curso de verano llamado algo así como "Estilo para niñas". Lo ofrecía una empresa en la Ciudad de México que da cursos de modelaje y esas cosas, y el curso estaba dirigido a niñas de 7 a 11 años. Estilo. Para niñas.

Por curiosidad abrí su página y me llamó la atención que algunas personas dejaron comentarios críticos al respecto de ese curso... y me uní a las críticas. ¿En verdad queremos que las niñas empiecen a preocuparse por el "estilo" desde esas tempranas edades? ¿Para qué, digo yo? ¿Para fomentarles el consumismo desde chiquitas? O como decía otra persona, ¿por qué hacer de las pequeñas unas señoritas enanas? Y claro, también dejé un comentario al respecto, agregando lo inapropiado que me pareció el que ilustraran uno de sus anuncios con esta imagen:



No, no es una pose provocativa ni peligrosa para la niña en cuestión, pero la foto me parece dolorosa porque veo a una niña que no solo trata de verse "como gente grande", sino que se siente gente grande. Su expresión imita a las modelos que vemos en muchos anuncios, bellas pero no felices. Su cabello está cuidadosamente arreglado y hasta me parece que podría estar aumentado con extensiones. La ropa que lleva es discreta, sí, pero inadecuada para una niña, ¿o no?

Los administradores del sitio me contestaron muy amablemente diciendo que simplemente era una imagen ilustrativa, y procedieron a detallar el cuidado con el que han armado el curso y los apoyos de psicólogos y nutriólogos con los que cuentan. Afirman que no se impulsa el consumismo en las niñas, sino la creatividad para hacer sus propios accesorios y para encontrar su propio estilo. Les creo, pero la iniciativa me sigue pareciendo un tanto exagerada.

Admito que yo soy una fiel seguidora de la moda... aunque sea de lejecitos. La admiro, aunque no la practico, y me encanta aprender sobre combinaciones, tendencias, materiales, etc., siempre con un toque de humor y no tomándome muy en serio, ni a mis propios trapitos ni lo que veo en las tiendas. Esta afición la empecé, en efecto, de niña, a eso de los 11 o 12 años, cuando coleccionaba los catálogos de Vanity o Marsel que regalaban en las tiendas (Ahh, aquellos catálogos de Vanity eran espectaculares: grandes locaciones o ingeniosas tomas de estudio, buenos fotógrafos, modelos bastante avant-garde para el caso, execlente diseño en general...) Pero nunca nadie, ni en mi familia ni en la escuela, me fomentó el buscar un "estilo", más allá de traer el uniforme escolar limpiecito y las calcetas bien estiradas (en ambos casos yo era un desastre). ¿Estilo? Vamos, hay tiempo para eso. A mis cuarenta y varios años, todavía estoy aprendiendo y experimentando, con resultados discutibles en muchos casos... ¡pero cómo me divierto!

Así que, ¿qué dicen ustedes? ¿Niñas con estilo o niñas simplemente niñas?

julio 15, 2012

Lapsus freudiano

Este fin de semana vi una muy buena película, Un Método Peligroso (A Dangerous Method) dirigida por David Cronenberg. El tema en sí es fascinante: la relación entre Carl Jung y Sigmund Freud, el origen de su rompimiento, y la relación de Jung con dos de sus pacientes... especialmente con una paciente muy interesante. Y si eso no fuera suficiente, ver a Viggo Mortensen y a Michael Fassbender siempre es estimulante, aún cuando están caracterizados como serios psiquiatras de principios del siglo XX. Para los caballeros, tenemos a Keira Knightley, flaquita como siempre, pero tiene su mercado.

Independientemente de la historia, el trabajo de diseño de producción de la película es exquisito. Los escenarios naturales, las grandes casas europeas, las calles empredradas... todo nos lleva a la época en cuestión, pero son los pequeños detalles los que realmente destacan. Cada pieza de cristal y de porcelana, cada mueble, cada encaje. Todo está tan bien cuidado que se puede respirar el ambiente de refinamiento en el que vivían estos personajes.

Jung y Freud. Y docenas de piezas arqueológicas, entre otras cosas
Y la ropa... oh, la ropa. De nuevo, los diseñadores de vestuario de la película no solo nos presentan atuendos adecuados a la época y condición social de los personajes, sino que cada uno de ellos nos habla a través de su ropa. Los hombres con severos trajes oscuros, rígidos y bien derechitos, resguardados por sus armaduras de fieltro y casimir. La mujeres con sus vaporosos algodones y brillantes satines, siempre en virginales blancos o tonos pastel, ocultando la dureza de esos corsés asfixiantes. Los mundos masculinos y femeninos, tan distantes en esas épocas, retratados en cada cuello y cada puño.

Las damas de buena cuna, languideciendo siempre de manera elegante
Pero pensemos en algo más. Al ver estas películas de época por lo general nos asomamos al mundo de una mayoría privilegiada, aquellos que disfrutaban de una vida elegante y holgada. ¿Cuánto trabajo implicaba tener esas mesas con blanquísimos manteles almidonados, esos estudios llenos de figuritas y libros, esos muebles de madera tallada siempre bien pulidos? ¿Y los encajes, bordados, alforzas, tablitas y dobleces de la ropa,  hechos casi todos a mano? No sólo el trabajo de quienes generaban la riqueza para adquirir tales lujos, sino el trabajo de los artesanos que elaboraban esas delicadas piezas y los pequeños ejércitos de personal de servicio necesarios para mantener todo limpio y brillante. Tal vez el 10% de la población gozaba del producto del esfuerzo del 90% restante. Y luego vinieron las revoluciones y las guerras... tanta muerte y tanta pérdida para que el 10% y el 90% sigan ahí, en los mismos lugares de la brutal escala socioeconómica.

En fin, muy recomendable película, en todos los niveles. Y le dejo la disertación sobre los profundos temas psicológicos a los expertos, yo disfruté en grande de todo el conjunto.

julio 08, 2012

Oso olímpico

Cuando los deportistas olímpicos sí eran amateurs...
Si observan en la columna derecha de esta pantalla, moviéndose hacia abajo, encontrarán un botoncito rectangular con el nombre de Ravelry. Para los no-tejedores que visitan este blog, Ravelry es una popular red social originada en los Estados Unidos, dedicada a los tejedores, diseñadores de patrones tejidos, tiendas, etc., en donde los aficionados a las artes del estambre nos "reunimos" y compartimos información (y chismitos, claro que sí). En buena medida mi propia afición por el tejido empezó ahí, viendo las obras de otras personas. A la fecha, hay algo más de 2 millones de miembros, repartidos por todo el mundo.

Resulta que cada dos años, coincidente con la celebración de los Juegos Olímpicos de verano y de invierno, en Ravelry se organiza una competencia amistosa de tejido, los llamados "Ravelympics". En estos juegos virtuales los miembros de la comunidad arman equipos, se ponen retos tejeriles y en general se divierten de lo lindo durante las semanas que duran los juegos.

Hace cosa de un mes (o menos, o más, ando confundida) los administradores del sitio hicieron pública la carta enviada por el Comité Olímpico de los Estados Unidos, en donde se les pide que dejen inmediatamente de utilizar el nombre "Ravelympics" ya que infringe el mandato del Congreso de los Estados Unidos que le otorga a aquel Comité el derecho exclusivo de utilizar y controlar el uso comercial de la palabra Olympic (Olímpico. Sí, el uso de la palabra) y cualquier simulación o combinación de la misma en los Estados Unidos, así como el símbolo de los cinco aros entrelazados. Además, por supuesto, el Comité exige que se retiren del sitio todos los patrones y fotos de proyectos que incorporen ese símbolo.
Y claro, en la carta detallan como marcas como Ralph Lauren y Nike han pagado cuantiosas sumas por los derechos de uso de aquella palabra y el logotipo... con dinero baila el perro, cómo no.

Pero la frase que inflamó los ánimos de la comunidad tejeril y que hizo que más de un tejedor(a) agarrara con furia sus agujas y ganchos a manera de armas mortales fue esta:

"We believe using the name “Ravelympics” for a competition that involves an afghan marathon, scarf hockey and sweater triathlon, among others, tends to denigrate the true nature of the Olympic Games. In a sense, it is disrespectful to our country’s finest athletes and fails to recognize or appreciate their hard work".

“Creemos que el utilizar el nombre "Ravelympics" para una competencia que incluye un maratón de mantas, el hockey de bufandas y un triatlón de suéteres, entre otros, tiende a denigrar la verdadera naturaleza de los juegos olímpicos. En un sentido, es una falta de respeto a los mejores atletas de nuestro país y deja de reconocer o apreciar su arduo trabajo”.

O sea que tejer un complicado proyecto personal y cotorrear por internet con otros aficionados mientras se ven los famosos (y comercializadísimos) juegos por televisión es una falta de respeto a los atletas... a los mismos atletas "amateurs" que se embolsan grandes sumas de dinero por medio de patrocinios y contratos publicitarios. No shit.

El asunto se hizo muuuy conocido y en varias publicaciones en papel y en internet diversos autores se pronunciaron al respecto. Aún hoy, pasadas varias semanas desde el affaire, si ponen en su buscador Ravelympics el nombre que no debe pronunciarse, encontrarán muchos artículos en inglés al respecto.
El Comité mandó una carta de disculpa, tan torpe como la anterior, pero el daño estaba hecho. Y, por supuesto, reiteró su firme solicitud del cambio de nombre, por lo que los juegos tejeriles ahora se llaman Ravellenic Games. Buuu.

En fin, el poder del deporte organi$ado se hizo presente hasta en el mundo del estambre. Por lo menos, el comité que regula el ciclismo mundial no se ha dado cuenta de que también en Ravelry hay otra "competencia" de tejido llamada Tour de Fleece, que (creo) coincide con el Tour de France. Shhhh, no lo comenten en voz alta, por favor.

julio 02, 2012

Living in a box 2 - Voces a la distancia

Okey, tuvimos un fin de semana agotador en México, pero la vida sigue. Así que adelante con los posts, que este blog ya tiene telarañas.

Maru, el gato japonés que sí sabe vivir de manera compacta

Esto de la vida en condomino todavía me sorprende y me irrita un poco, la verdad. Ya llevamos un buen tiempo en este departamento y todavía me incomodan los ruidos ajenos, especialmente la música a alto volumen que, loados sean todos los seres, muy pocas veces se escucha a niveles molestos y/o momentos incómodos, como en la alta noche, por ejemplo. Se da el caso, pero han sido pocos y espaciados.

Lo de los sonidos y los vecinos ya es un tema conmigo y lo ha sido desde hace tiempo, pueden verlo también acá. Sorprendentemente, esas rutinas que menciono siguen hasta ahora, aunque ya también son parte de mi propia vida en comunidad.

He de decir que, ehem, resulta que tengo buen oído. Muy buen oído. O simplemente soy un pain-in-the-ass. Así que por las mañanas, aún desde la cama, escucho el sonido lejano del radio de mi vecina de al lado, con quien sólo comparto una pequeña pared. Sin embargo, con eso resulta suficiente para que el baño de mi suite se convierta en caja de resonancia de su radio o televisión. Y, lo peor, nos levantamos más o menos a la misma hora, así que durante mis abluciones matutinas me acompaña el opaco y amortiguado wa-wa-wa de las noticias que ella suele oír (Radio Fórmula. Les digo que tengo buen oído).
Sí, he probado meter un radio a mi propio baño y escuchar yo también algo mientras tanto, pero simplemente no me acomoda. Antes del desayuno no disfruto ni la música ni las pláticas, punto. Y sí, he probado levantarme más temprano, bastante más temprano. Pero parece que el ruido de mi ducha es su despertador.
Ah, y también están las noticias de mediodía, a la hora en que hago la comida. Otra vez el wa-wa-wa. Y por la noche, más wa-wa-wa. Todos los días. Siempre programas hablados.
Admito que he pensado decirle algo, simplemente que le baje un poco el volumen, pero se que también es hipersensibilidad mía. Y me conmueve un poco saber que es una mujer madura que vive sola, sin mascotas, y no he visto que alguien la visite. Creo que necesita la compañía de esas voces.

Y están los nuevos vecinos del piso de arriba, al frente de mi depa. Parece que tienen todavía muy pocos muebles, así que los sonidos rebotan en sus paredes y se amplifican notablemente. Hace poco estaba yo tendiendo mi ropita recién lavada en el área exprofeso de mis lujosos aposentos y escuché el siguiente intercambio (de nuevo, las áreas de lavado de los departamentos son contiguas):

Hombre joven:  -Entonces ya está bien conectada, ¿y luego?
Hombre maduro: - Pos la enciendes ¿no?
HJ: - Nivel de agua... Ciclo de lavado... Delicado... Ropa muy sucia...
HM: - Ya está cayendo el agua... pónle el detergente.
HJ: - ¿Y la ropa, ya la pongo?
HM: - Creo que sí... ¡Pos pónla!
HJ: - Voy...
(Silencio. Sigue cayendo el agua. Tremendo chorro de agua.)
HJ: - Ya, ahistá toda. ¿Le pongo cloro?
(¡Noooo, no le pongas cloro! pensé yo, pues sospeché que era lavador novato)
HM: - Nooo, ¿no ves que echaste cosas de color?
(Uff...)
HJ: - OK. Hmmm, ¿no falta una manguera para que salga el agua?
HM: - Hmmm, sí falta. Mejor apágala.

Me dieron ganas de subir a ayudarlos, pero me aguanté. Tampoco es cosa de ser taaan metiche, ¿verdad?
Más metiche de lo que ya soy, digo.
¿No tenemos botoncito de off en los oídos?
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