septiembre 15, 2013

Días grises

Es habitual que el 15 y/o el 16 de septiembre llueva en esta ciudad. Las fiestas patrias casi siempre son pasadas por agua, y este año no va a ser la excepción. Además, tenemos una tormenta tropical en las costas del Pacífico y un huracán en el Golfo... así que las cosas no solo están húmedas sino peligrosas también.

La ciudad ha estado estresada, conflictuada y rebasada por el tráfico normal de una salida de "puente" festivo, la lluvia que provoca inundaciones urbanas... y las manifestaciones. Ese es el gran tema: la ciudad medio sitiada por grandes grupos que afirman defender sus derechos y los de muchos más, y cuya lucha se va agrandando a otros frentes. El gran tema y la gran división. Las grandes discusiones. Los días grises en el cielo y en el corazón.

Pertenezco a una estirpe privilegiada. En el hogar en que me crié (departamento rentado) nunca hubo auto, ni vacaciones en ningún lado (conocí el mar a los 15 años), ni paseos más allá de Chapultepec o el Centro Histórico (tan maltratado ahora), ni juguetes de moda... pero siempre hubo libros.
Con un sueldito modesto de oficinista y una educación apenas suficiente, mi madre nos mantenía a mi abuela y a mí de manera casi espartana, pero nunca faltó nada para mi escuela. Siempre estuve en colegios privados, nunca caros y algunos muy modestos, pero siempre excelentes. Mi abuela me enseñó a leer cuando tenía como 4 años, usando los cuentitos de Archie o de Sal y Pimienta (ooohh, la edad) como textos. Si me preguntan la clásica de "los 3 libros que marcaron tu vida" no serán de los que me mandaron leer en la escuela, sino de los que andaban por ahí en casa. Mis primeras palabras y frases en inglés me las enseñó mi mamá, con sus frecuentes cursos y su imbatible determinación de poder leer la revista Time en inglés, la cual hasta la fecha me cuesta algo de trabajo leer a mi.
Libros, escuela, siempre. Fui y soy privilegiada.

Ahora veo a un gran grupo de maestros mexicanos resistirse a una reforma que llega tarde. Injusta, tal vez, pero no solo se trata de una evaluación o una plaza, quizá muchos están defendiendo el único trabajo que pueden hacer, porque no les queda de otra. Imagino que para muchos de ellos el ser maestro era la única opción profesional viable, cuando sus otras opciones eran trabajar en el campo y sobrevivir apenas, o irse a EUA. El canto de sirenas de una plaza vitalicia, un sueldito magro pero seguro y algunas prestaciones fue suficiente para ponerse a cuestas la responsabilidad de educar a numerosos niños, quizá sin aquilatarlo, pese a conocer las condiciones de trabajo. Niños que hoy, a casi un mes de iniciado el año escolar, siguen sin clases. Para muchos, no era vocación, no era talento, no era interés. Simplemente era lo que había (o lo que les heredaron) y lo tomaron. Tendría que haber otras opciones.

Creo que la única reforma necesaria es esta: que los maestros lo sean por vocación, por talento y por capacidad. Que ya no haya maestros que son tales porque era lo único que les quedaba por hacer, al no poder colocarse laboralmente en otro lado. Y que se destine lo necesario para tener escuelas dignas para los niños. Eso sí es irrenunciable.

Muchos padres son como lo fue mi madre, conscientes de que la educación es lo único que le pueden dejar a sus niños. Esos padres deben estar sufriendo horriblemente con todo esto.
Evaluaciones, plazas, sindicatos, despidos masivos... esos son espejismos tan antiguos que nos hemos acostumbrado a verlos como dioses o como monstruos. Pero los estamos convirtiendo en monstruos de verdad, todos nosotros, a punta de marchas, bloqueos, porras y abucheos, palabras hirientes y golpes para uno y otro lado.

¿Queremos revolución? Cambiemos desde adentro, de verdad, de fondo, pues bloquear una calle o desbloquearla a punta de manguerazos es un mero circo. Lo terrible es que es un circo muy, muy peligroso.

2 comentarios:

Lanezi dijo...

Te entiendo perfectamente, el vivir en ciudades sitiadas por manifestaciones es horrible, acá me han tocado un par de huelgas generales y esos días mejor quedarse en casa. Pero luego te pones a pensar ¿y qué más nos queda a los ciudadanos mas que protestar para dejarnos oír? Es frustrante que la gente que tiene el poder (gobierno y sindicatos) haga lo que quiera, y cada quien solo lleva agua para su molino; mientras tanto los ciudadanos de a pié nomás nos quedamos mirando.
No conozco en qué consiste la reforma educativa; pero por experiencia sé que algo hay que hacer para mejorar el nivel educativo de nuestros estudiantes, y a los profesores también hay que exigirles más. Muchos de ellos se han acomodado en un trabajo seguro que no les exige mucho y es un hueso que no quieren soltar aunque haya miles de jóvenes profesores recién egresados mejor cualificados que ellos.

Ale dijo...

Imaginate lo que siento, me encantan los libros, me gusta enseñar, abrirles el horizonte a los chicos, he hecjo antesala para solicitar una solicitud.... ensep... no, no se puede, no tienes familiares, nadie que te "preste" jna plaza... entonces,, no enseñas.. supe de un amigo, 45 años, cerro el negocio pq su mami le dejo su plaza... que vas a enseñar? Quien sabe!,

Plop

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