octubre 27, 2013

Una sonrisita por favor

La escena se repite una y otra vez. Salgo a la calle y apenas unos pasos más allá de la puerta me encuentro con un vecino, ya entradito en los sesenta años pero en muy buen estado físico. No sé su nombre, pero sé que vive en otro edificio de mi mismo conjunto. Lo saludo con un buenos días o buenas tardes, como corresponda. Y condimento el saludo con una sonrisa, cómo no. ¿La respuesta del señor? Silencio. Pasa a mi lado y ni siquiera me registra en su campo visual. Y esto ha sucedido cada vez que lo encuentro, a lo largo de los años que llevo viviendo aquí.

Peor aún: exactamente esto mismo me pasa con otro vecino de otro edificio. Este caballero en particular ya debe sobrepasar los setenta años y se le ve un tanto vacilante al caminar, pero sale a diario, con disciplina ejemplar, a pasear a su perrito. Pues ni con perrito saluda tampoco. Su cara muestra los estragos de una vida de mal humor constante, hasta sus labios ya forman una "U" invertida y permanente.

Al principio, cuando éramos nuevos en el edificio, pensé que era "natural" que no nos saludaran si no nos conocían. Veníamos de una vida de suburbio, en donde toda la gente se saludaba en la calle, fueran conocidos o no. Caray, hasta por seguridad había que hacerlo, simplemente para verle las caras a la gente que pasaba por las calles. Pero esta es la gran ciudad, así que disculpaba a este par de señores tacaños con sus saludos, quizá por desconfianza hacia los desconocidos. Sin embargo, al paso del tiempo noté que no era personal, simplemente este par no saluda a nadie. Ignoro si se saluden entre ellos, sería interesante ver cómo reaccionan frente a frente.

Ahhh, las inefables jetas. Entiéndase jeta como la cara larga, enfurruñada, con la que andamos por la vida con la esperanza de ahuyentar a todos para que nos dejen en paz. Pero mientras más la usemos, más nos arriesgamos a que la jeta acabe siendo interna. Como la del señor del perrito, cuya cara ya tomó forma de jeta absoluta, como reflejo de la jeta interna que el pobre debe cargar desde hace años.

Digo, entiendo que hay momentos para poner una cara seria y enfrentar al mundo... ¿pero rechazar sistemáticamente un "buenos días"? La verdad, debe ser triste vivir así. No, no, no quiero vivir así.

Por lo tanto, y en honor y recuerdo de mis maestros (siempre tan sonrientes, siempre tan valientes y confiados ante todo), seguiré saludando a este par de señores. Después de todo, quizá realmente necesitan ese saludo y esa sonrisa tanto como los necesito yo.

S.S. el Dalai Lama en su reciente visita a México. Esta foto corresponde a la conferencia que dio en Zacatecas (siento no tener el crédito del fotógrafo). La sonrisa de la chica lo dice todo. Vidas brillantes por dentro y por fuera.

5 comentarios:

Verónica García dijo...

Yo casi siempre saludo... pero la vdd si despues de dos o tres veces no me contestan ya no saludo a ESA persona... hay vecinos a los que saludo, aunque nunca haya entablado ninguna conversacion con ellos, porque se que invariablemente me contestan
Admiro tu actitud de aunque no me conteste ni siquiera con una sonrisa (ya sería pedirles demasiado, vdd?) yo seguire saludandolos... porque yo no soy asi
Ojala que lo valoren

juandavid dijo...

Mi mamá tenía un dicho que yo siempre recuerdo, decía: "Mijo, el que llega saluda, el que se va se despide". Es decir, la decencia no implica desperdicio de cordialidad. El que no responde un saludo, deja de ser sujeto "saludable" para mí.

Carmen Tye dijo...

Buenas Tardes!
;-)

Pues mire comadre, estas personas con geta-incluida-todo-el-dia hasta el limon les ha de saber dulce!

Aqui en el pueblo, bendito sea la gente de una banqueta a otra se grita el buen dia... casi todos, no ha de faltar un pariente del sr perro, o digo del perro!

Pero asi como dice el JOven Juan David de arriba, hay de nosotros que no saludasemos al llegar, al despedir y el infaltable 'por favor con su respectivo muchas gracias!'

Asi que con permiso, me marcho diciendole que uste' le siga sonriendo que si les hace falta.

Lanezi dijo...

Las sonrisas son gratis, y los saludos también. Qué lástima que hay personas que parece que no lo saben.
Pero tú no desistas, quizá algún día te den la sorpresa.

Lirón dijo...

Pos la neta, la neta, la neta... si no me contestan el saludo después de dos o tres veces, ¿qué necesidad tengo de andarles viendo la cara?

Creo que, para todo, tiene que existir la RECIPROCIDAD. Si no es así, la balanza se va de un lado. Y si las otras personas, ni por educación, me saludan, entonces no tiene ningún caso intentar interaccionar con ellas, simple y sencillamente por que las otras personas no lo desean.

El que dejes de saludar a alguien no quiere decir que seas peor persona que la otra. Simple y sencillamente, así son los demás.

¡Saludos!

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